Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El Parque de los Príncipes engrandeció la figura de Unai

El baño futbolístico del PSG en la yerba nació en la meticulosa pizarra del técnico guipuzcoano

Como resulta que la implicación idependentista del Fútbol Club Barcelona ha edulcorado mi sentimiento patriótico en el apartado futbolístico, no fue un sofocón lo que me llevé antier noche. Es más, un servidor ha ido con el paso del tiempo considerando que quizá la Guerra de la Independencia no hubiera sido nociva para España con el triunfo gabacho. Cosas que va pensando uno según caen inmisericordemente tacos de almanaque.

Dicho lo cual, el apisonamiento que el PSG le propinó al Barça lo vi desde una perspectiva bastante fría, lo que siempre es de agradecer a la hora de digerir una tragedia de ese tipo. Porque fue una tragedia en toda regla para nuestro fútbol con una excepción dulce, la del alegrón que me supuso el formidable triunfo de un compatriota, el guipuzcoano Unai Emery. Aunque todos los entrenadores ganan en la pizarra, Unai multiplicó su éxito téorico con el práctico.

Una multiplicación desmesurada en la yerba y, precisamente, por un entrenador que cuenta sus colisiones con el Barça casi por derrotas. Ya sé que el fútbol es de los futbolistas y que el papel del entrenador suele acabar cuando el árbitro ordena zafarranc ho de combate, pero el rol de Unai en este acontecimiento ha sido de capital importancia. Al menos, así lo considero, sobre todo por la forma en que se estaba produciendo su estancia parisina, tremendamente rica en críticas.

Fue un monólogo tan evidente que la pregunta ahora es si será un punto de inflexión para el matrimonio entre el Barça y Luis Enrique. Por lo pronto, los demonios familiares que el asturiano se encargó de alimentar cuando las vacas gordas se han levantado. No sé, nadie lo sabe, si este suceso de París significará el fin de un ciclo, pero de lo que no tengo dudas es de que será un merecido almacenamiento de crédito para un grandísimo entrenador llamado Unai Emery.

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