ManuelNaranjo

Pasalibros

El café cantante

El sábado pasado aconsejé a mi familia a que me acompañara a la feria del libro, intenté que mis hijos se sintieran atraídos por el evento así que les comenté que habría pasacalles y "todo", de esta manera nos comprábamos los que quisiéramos en materia bibliográfica y disfrutábamos del arte en la calle.

Hicimos nuestro recorrido por las distintas casetas y he de decir, muy en contra de lo que piensan algunos amigos míos, que vi muchas cosas interesantes. Es cierto que contentar a todos es bien difícil y que el consistorio de esta ciudad se afana en que la programación de la feria del libro se vea colmada de contenidos y estimule a los ciudadanos a la lectura y, porqué no, a la compra de libros.

Pero lo que no se puede ofrecer, en aras de engrosar el número de actividades, es presentar un pasacalle como el del primer sábado, el de la inauguración. Mis hijos y los hijos de mis amigos me miraron y rieron al verme la cara de cuadro, todos esperábamos, en serio, algo más atractivo. No voy a entrar en la calidad de la programación porque no he podido asistir a la gran mayoría de eventos y ni tan siquiera haré una valoración artística de los actores, sencillamente me pareció que aquello, lo del pasacalles, no se ajustaba a lo que se pretendía vender.

Para ese viaje no hacía falta alforjas y, lo peor de todo, es que ahora con mis hijos y con los hijos de mis amigos tendré que ser más certero a la hora de invitarles a eventos de este tipo, mientras tanto yo seguiré fiel a mi cita anual en la feria del libro.

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