La tribuna

Javier Elzo

Placer, sí; amor, más aún

LOS estudios sobre sexualidad en adolescentes y jóvenes (el último, Juventud en España 2008, se presentó el día 9 del presente mes) nos ofrecen unos datos concordantes. Edad de inicio precoz, muchos antes de los 15 años; relaciones sexuales completas antes de los 20 años para la mayoría (según el citado estudio, ya en la franja de edad de los 15 a los 17 años, el 44 % de los chicos y el 40% de las chicas habrían tenido relaciones sexuales) y la frecuencia de estas relaciones (no necesariamente completas), esta vez en datos que ofrecemos en nuestro reciente libro La voz de los adolescentes, sería de 7,0 veces al mes, en los chicos, y 7,9 veces, las chicas.

Los estudios muestran que los adolescentes tienen suficiente información sobre los métodos anticonceptivos. Otra cosa es que los utilicen. Así, en los adolescentes de 15 a 19 años hay una proporción, que ronda el 50%, que no utiliza anticonceptivo alguno en sus relaciones sexuales. Se señala el preservativo, casi unánimemente, como el anticonceptivo más utilizado, pues solamente el 8% de las chicas refiere la píldora, siendo señalados los demás métodos en proporciones que apenas sobrepasan, en conjunto, el 2%.

Es interesante apuntar cuáles son las razones aducidas para no utilizar anticonceptivos. Según datos de otra encuesta (Schering 2005) que he manejado en mi libro, lo imprevisto de la relación y el estado de euforia (consumo de alcohol…) son las dos razones aducidas, de forma abrumadoramente mayoritaria, para explicar que no hayan usado el preservativo en sus relaciones sexuales. Esto nos indica que muchas de las relaciones sexuales entre adolescentes no parecen tener lugar en condiciones, no diremos óptimas, sino ni siquiera aconsejables: de forma imprevista y bajo los efectos del alcohol. Es evidente que no son las mejores circunstancias para un uso adecuado del preservativo y nos parece que es lo que, en gran medida, explicará el aumento de embarazos no deseados y de abortos entre los adolescentes que los entienden como métodos anticonceptivos.

En mi libro sostengo que hay dos concepciones de lo que es y debe ser, según ellos, la relación sexual entre los adolescentes. Para la gran mayoría, más del 70 %, dos personas "pueden hacer el amor siempre que les apetezca a ambos, con las debidas precauciones". He aquí un par de ejemplos. "Cada uno puede hacer con su cuerpo lo que desea y si tiene pareja u otra persona que quiere realizar ese acto con él, pues no encuentro ningún inconveniente, siempre que sepan lo que hacen y que lo quieran los dos, con precaución" (una chica de 16 años). "Lo veo muy normal siempre y cuando uses precauciones, aunque la mitad de las veces no se usa porque no lo tienes y no quieres pasar de follar" (chica de 17 años).

Otros adolescentes, muchos menos, del orden del 20, o 25 %, entienden que la relación sexual debe realizarse "sólo cuando son una pareja estable que se quieren mucho". He aquí dos ejemplos de esta postura: "Hacer el amor con tu pareja de siempre y no con la primera que se pone delante" (un chico de 17 años), "Pienso que muchos adolescentes tienen relaciones sexuales a lo loco, sin ponerle verdadero sentimiento y sin darle el valor que hay que darle a estas cosas" (chica de 16 años)".

Creo que, entre el planteamiento que viene a decir que no hay que tener relaciones sexuales fuera del matrimonio e, incluso, solamente abierto a la procreación y el mero póntelo, pónselo, es necesario transmitir una buena formación y educación sexual, manifiestamente hoy insuficiente. Información ya tienen pero para la inmensa mayoría, tanto chicos como chicas, hay una trivialización del sexo. Basta leer las revistas que leen, particularmente las adolescentes, y la gran mayoría de programas televisivos que les van dirigidos (el último, la serie Gossip Girl). Muchas están llenas de amoríos rastreros, de insinuaciones, cuando no de muestras de relaciones sexuales bajo el único prisma de la búsqueda del placer y el gozo corporal, aspectos en los que obviamente nada hay negativo, pero sí de limitativo de lo que es una relación personal más plena, más completa. Estos medios parecen obsesionados por los amoríos y relaciones sexuales entre adolescentes sin otro norte (además del pecuniario de los promotores) que entretener al adolescente, de forma morbosa, en lo que está resultando para ellos un momento central de su vida: la maravillosa apertura a la sexualidad, al descubrimiento diferente de su cuerpo.

Nuestra tarea, como padres y educadores, es enseñar a los adolescentes que el acto sexual es placer, pero que es mucho más que eso, es amor, manifestación intima de la entrega confiada entre dos personas que se conocen y se quieren. Con las debidas precauciones, por supuesto.

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