El cuentahílos

Carmen Oteo

Poderes mágicos

Ahora resulta que no, que el dinero por sí mismo no genera riqueza y que tenemos que ganarnos el pan con nuestro trabajo y no comprando casas con billetes de quinientos euros, ¡desde luego!

La varita del hada inmobiliaria se ha quedado sin pilas y el tamaño del boquete que genera es cada vez mayor. Yo creía que la ingeniería financiera era "magia potagia" que multiplicaba los euros con sus polvitos especulativos. Imaginaba, falsamente también, que los bancos financiaban la industria, las campañas políticas y sobre todo que siempre ganaban dinero. Pues tampoco. Nos dicen que por condiciones del mercado lo están pasando mal y hay que ayudarles altruistamente, como cuando ellos nos prestan dinero, que nunca nos cobran intereses ni nos piden garantías. Hay que darles dinerito aún cuando anden por el mundo comprando ruinas de otros bancos extranjeros a precio de saldo.

Gobernantes y sesudos economistas, como hechiceros de cuentos, han dado como solución un bebedizo maloliente, de ingredientes secretos, que consiste en inyectar dinero público a los bancos para que estos puedan devolverse el dinero que se deben entre ellos y que les permita crear una nueva pelota más gorda aún.

Si yo fuera bruja, iría volando en mi escoba, a ver a tanto millonario mendicante y les ofrecería una manzana crediticia y envenenada, aunque de inmejorable aspecto. A cambio les pediría que no tuvieran su patrimonio en paraísos fiscales, que fueran transparentes, que besaran y se entregaran sin medida al sapo de la crisis, como antes lo hicieron al príncipe de la opulencia.

Si, ya sé, están protegidos por los enanitos que gobiernan el bosque mundial y no les dejarán morder la manzana, ni serán responsables de nada. A cambio nos ofrecerán lo de siempre, una batería de cocina o una enciclopedia ilustrada. Como en los cuentos infantiles siempre serán felices y comerán perdices, aunque sea a nuestra costa.

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