TIENE QUE LLOVER

Antonio Reyes

Poesía y dignidad

"La poesía es todo lo que le queda al hombre para proclamar su dignidad". El autor de estas palabras es Abellatif Laâbi, excelente escritor marroquí, símbolo del indisoluble y secular compromiso de la cultura con la libertad.

Corría el inicio de la década de los años setenta del siglo pasado. Hassán II salva milagrosamente la vida tras dos atentados casi consecutivos, en 1971 y 1972. Se desata la represión en Marruecos. Comienza el periodo más ominoso de su historia reciente: los denominados "Años de plomo".

Sólo unos meses antes, un joven profesor de francés, comprometido con la izquierda de su país, inicia una de las aventuras más apasionantes de la cultura marroquí: la publicación de la revista Souffles (Soplos), que va significar un intento de oxigenar la vida cultural en Marruecos y que reivindica el idilio fiel de la cultura con la transformación social, con la consecución de una sociedad libre. Esa apuesta sería su calvario y su resurrección. Condenado a diez años de cárcel por "atentar contra la seguridad del Estado" (como prueba irrefutable el fiscal aporta los treinta números aparecidos de la revista), será allí donde Laâbi inicie el camino de la madurez y, con él, el de la escritura: "La prisión me ha enseñado mucho sobre mí mismo, sobre el extraño continente de mi cuerpo y mi memoria, sobre mis pasiones y su igualmente extraño laberinto de raíces, sobre mi fuerza y mi debilidad, mis capacidades y mis límites. La prisión es pues una despiadada escuela de transparencia".

El prisionero 18.611, desde su celda de Kenitra, encuentra en la palabra el camino hacia la búsqueda de su propia identidad, hacia el encuentro con los demás, hacia la libertad. Y desde la prisión construye una obra extensa, prolija, capaz de abarcar todos los géneros (poesía, narrativa, teatro, ensayoý), dirigida al ser humano que vive en su interior: "Yo no he cesado nunca de caminar hacia mis raíces de hombre".

Siempre me ha llamado la atención la limpieza en sus miradas, la bondad que reflejan los rostros de muchos de los escritores marroquíes que han sufrido el castigo de la prisión. Es como si gozaran de una paz especial, de una madurez infinita, de una capacidad de asumir en sus vidas la experiencia, desde la perspectiva de la reconciliación. Como si palabra, la escritura, hubiera sido para ellos una fuente de purificación.

Abdellatif Laâbi es un ejemplo vivo, uno de los muchos que podemos encontrar en cualquier lugar del mundo, de cómo la libertad arrastra al ser humano hacia la supervivencia: "Esta es mi vida/ la que he puesto en palabras/ la que he traducido en imágenes/ más o menos afortunadas/ la que interroga, empuja/ y exprime como un limón". Tal vez sea, precisamente, la necesidad de sobrevivir, de aferrarse a la vida, "ese milagro sin testigos", la que les dé fuerza, la que haga que desde su interior broten las palabras como hermosas hojas del más hermoso de los árboles: la libertad. Conocer sus obras es el mejor homenaje que hoy podemos rendirles quienes aún seguimos creyendo en el otro milagro, es de la libertad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios