HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Política abstracta

EL que la izquierda testimonial de vocación totalitaria se haya manifestado a favor de la Cuba castrista y en contra de la crisis, es demasiado para no insultar a la inteligencia de una mente ordenada. Los dioses no permitan que tengamos nunca en España un régimen como el de Castro (ya tuvimos de sobra con el franquismo de la descomposición), ni que los organizadores de la manifestación tengan mando jamás sobre el pensamiento claro y natural, capaz de analizar y de discernir. En cambio, las protestas contra la Crisis, que en este caso, como abstracción, hay que escribirla con mayúscula, son alentadoras: los restos de la izquierda cuadriculada y reumática se han dado cuenta de que el Hombre es la única especie del planeta con facultad para el pensamiento abstracto. La Crisis es como una deidad simbólica y maléfica colada de contrabando entre nosotros, como los males y plagas de las civilizaciones antiguas.

También en esto seguimos a los griegos: Éride, Némesis, Penia, las Arpías, las Aves de Estínfalo o la Hidra (no la de la Reacción sino la de Lerna) aparecían entre los mortales con su corte de calamidades como por ensalmo, sin que los gobernantes pudiera preverlas ni hacer nada por evitarlas. Tenían su representación temible. Y no sólo ellas, sino que la Enfermedad, el Hambre, el Desarreglo, el Despilfarro o el Engaño, y todas las catástrofes naturales o provocadas, contaban con una imagen aleccionadora para que la población sencilla supiera que podían llegar de improviso. Nosotros hemos añadido una deidad al Panteón: la Crisis, que encontrará el artista hábil capaz de crear su imagen cariacontecida. La izquierda de tradición dictatorial ya no tendrá que manifestarse contra los gobiernos que supone de izquierda, aunque un poco menos que ella, sino contra la Crisis, a la que quemará en efigie tras las consignas.

Debemos alegrarnos de que la izquierda procastrista, propalestina, antinorteamericana y anticlerical haya encontrado el camino de la tradición clásica, del pensamiento abstracto y del aprendizaje del uso de los conceptos. No es mala señal para la regeneración de la sociedad aprender a aprender, ejercicio fundamental del cerebro humano que la izquierda había olvidado un poco entregándose a miserias morales. Los chinos antiguos creían que los eclipses de sol los causaba un perro celeste que se comía nuestro mayor bien. Salían a la calle dando grandes voces y con múltiples instrumentos ruidosos hasta conseguir espantarlo y que regurgitara lo que ya se había tragado. Con la Crisis ocurrirá lo mismo. La manifestación debería estar encabezada por el Gobierno, el primer interesado en ahuyentar a esa señora fea y maliciosa, de rostro agrio y mirada torva, que se ha presentado en el mejor momento de nuestra prosperidad para castigar a una izquierda bondadosa y querida por los dioses.

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