Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Profeta en su tierra

Ismael Jordi ha conseguido, a sus 45 años, algo muy difícil como es el reconocimiento de la ciudad donde nació

El pasado martes, con motivo de la presentación de la ópera 'Fausto' en el espacio cultural 'ArteaDiario' de esta casa, la gran soprano valenciana Isabel Rey destacaba lo mucho que le había sorprendido que en Jerez quisiesen tanto a su compañero de reparto Ismael Jordi. Incluso admitía que sentía cierta envidia sana por ello porque, ciertamente, es difícil es que le reconozcan a uno en su propia casa. Normalmente, lo que viene de fuera siempre es mejor.

Un par de días después, de manera totalmente justa y agradecida, el Ayuntamiento de Jerez declaraba a Ismael Jordi "embajador de la lírica de Jerez", una figura simbólica, por supuesto no remunerada, que representa un reconocimiento a su labor desde que hace apenas 15 años comenzase su carrera profesional como tenor.

Ismael tiene motivos para sentirse satisfecho a sus 45 años. En pocos lugares de la tierra te dan tu sitio, el que te corresponde, a tan temprana edad, y mucho más en el mundo de la cultura, donde existen muchas rivalidades y vanidades. Pero el tenor jerezano no ha dejado nunca de ser aquel niño de Princijerez o ese jugador del Xerez Deportivo que, por suerte para la lírica, no llegó a dar el salto en el fútbol. Sus numerosos triunfos en los principales teatros de Europa, que se lo rifan, no se le han subido nunca a la cabeza y siempre tiene un hueco para escaparse, entre viaje y viaje a Vernona, donde estudia, a su Jerez del alma. En los peores momentos del Teatro Villamarta, de donde surgió como artista, él ha estado siempre a su lado, contribuyendo a que no se apagara la llama de la oferta lírica y su buen nombre. Hoy, esta semana, se ha aclarado el futuro del coliseo jerezano con su integración en Fundarte, una operación que ha durado meses, años, pero que permitirá la continuidad de este foco cultural de primer orden en la provincia. Sin artistas como Ismael, que siempre agradecidos y generosos ayudaron a que la programación lírica no desapareciese, el Villamarta nunca habría seguido vivo.

Hora es, pues, de que recoja lo que ha sembrado, sin esperar a cumplir cien años, y que disfrute tanto de su ciudad como ésta disfruta de él cada vez que se sube a un escenario, como hizo el pasado viernes y hará de nuevo hoy con el 'Fausto' de Gounod, o para enseñar anónimamente a unos alumnos de una escuela de canto o para dar una charla en un colegio.

El ejemplo de Ismael Jordi ha de servir para subir nuestra autoestima. Son muchos los jerezanos que triunfan fuera de la ciudad, lejos, muy lejos. Esta misma semana conocíamos los logros de otro gran jerezano, Juan Baquero, director del circuito de Qatar, que está poniendo por las nubes. La lista sería muy larga porque talento hay de sobra en Jerez. Lo que hay que saber hacer, desde aquí, es reconocerlo y potenciarlo. Porque ellos son tan grandes que ya se encargan de vender Jerez allá a donde van y, cuando pueden, regresar a la ciudad donde nacieron y recargar las pilas. Y no duden que cada vez que se tienen que volver a marchar fuera, dejan escapar, como Ismael, una furtiva lágrima.

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