La tribuna

Gonzalo Guijarro

Razones del fracaso escolar

Afinales del pasado mes de julio, con un retraso de seis meses sobre lo previsto, la Consejería de Educación hizo públicos los resultados de las Pruebas de Diagnóstico celebradas el pasado otoño. Según la Consejería, en conjunto, nuestros alumnos aprueban por los pelos, aunque se detecta en ellos una falta de comprensión lectora.

Por otra parte, a comienzos de septiembre aparecieron en la prensa declaraciones de la delegada de Educación de Granada en las que se aseguraba que el abrumador rechazo por parte de los centros de Secundaria de la Orden de Calidad y Mejora (la de los famosos 7.000 euros) se debía a que los profesores de Secundaria no sabemos trabajar en equipo, al contrario que los de Primaria, entre los que el rechazo a la orden no ha sido tan mayoritario.

Las dos declaraciones anteriores me suscitan sendas perplejidades. Una: ¿cómo es posible que se considere que alumnos con el primer ciclo de Secundaria terminado "aprueban" (aunque sea por los pelos) cuando se reconoce que no entienden bien lo que leen? Y les aseguro que lo que tenían que leer en esas pruebas era de una extrema sencillez y brevedad. Otra: en todo el texto de la orden de calidad no hay ni una sola mención ni alusión al trabajo en equipo. Así pues, ¿por qué desde las instancias políticas de la educación andaluza se sostiene que los profesores de Secundaria hemos rechazado abrumadoramente la orden de Calidad porque no sabemos trabajar en equipo?

Relacionando las informaciones contenidas en ambas declaraciones tal vez pueda disipar esas perplejidades. El aprendizaje de la lectura, que es de los más básicos y fundamentales, se realiza en Primaria; así que, si se han detectado insuficiencias de comprensión lectora, debería ser en la Primaria donde se buscaran las causas. Pero, no; se da por supuesto (sin base alguna) que en Primaria se trabaja más y mejor en equipo (aunque tampoco se especifique en qué consiste ese trabajo en equipo) y que ése es un factor clave para mejorar la calidad de la enseñanza.

Por otra parte, se insiste en colocar la Pruebas de Diagnóstico después del primer ciclo de Secundaria y no después de la Primaria. Esto, evidentemente, dificulta el sacar conclusiones acerca de qué dificultades se presentan en una y otra etapa y detectar dónde aparecen los primeros problemas serios que acaban produciendo las elevadísimas cotas de fracaso escolar que padecemos. No olvidemos que los profesores de Secundaria hemos de trabajar con los alumnos que recibimos de Primaria, y que cualquier déficit con que los recibamos no es responsabilidad nuestra. Es decir, que no parece haber ningún interés en averiguar qué resultados se obtienen en Primaria, pese a que es en ella donde los alumnos deberían adquirir el dominio de la lectura.

¿Para qué se realizan unas Pruebas de Diagnóstico, que cuestan dinero a los contribuyentes, si luego no se hace el menor caso de lo que indican sus resultados?

En cuanto a la supuesta incapacidad de los profesores de Secundaria para el trabajo en equipo, se trata tan sólo la última de las acusaciones gratuitas a que ya nos tienen acostumbrados los responsables políticos de la educación andaluza. Anteriormente nos han acusado de falta de formación, pese a ser todos titulados universitarios; de falta de vocación, lo que casa mal con el rechazo mostrado a un incentivo salarial por razones exclusivamente de ética profesional; de ser unos reaccionarios, por rechazar una pedagogía que atenta claramente contra la permeabilidad social... En suma, desde instancias políticas parece estarse llevando a cabo una campaña sistemática de desprestigio de los profesores de Secundaria. En numerosas declaraciones de políticos sobre el sistema de enseñanza puede observarse que cuando dicen algo positivo de los docentes emplean sistemáticamente la palabra "maestro", mientras que cada comentario negativo se acompaña de "profesor", incluso en un mismo texto.

¿Qué razones puede haber detrás de esto? No lo sé, pero tal vez sea pertinente señalar que las teorías pedagógicas que han llevado a nuestro sistema de enseñanza a su postración actual, y que han encontrado rechazo en Secundaria, deben su origen y su orientación a la Primaria. También, que buena parte de los inspectores de Secundaria son actualmente maestros de Primaria y pedagogos nombrados a dedo, y no titulados universitarios con oposición, como antes de imponerse esas teorías. Incluso entre los altos cargos de la Consejería son frecuentes los que proceden del magisterio.

Pero, claro, a lo mejor todos estos beneficios no son más que el fruto de ese trabajo en equipo de que no somos capaces los de Secundaria.

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