TIENE QUE LLOVER

Antonio Reyes

Relaciones de vecindad

España y Marruecos son dos países vecinos separados por una estrecha franja marítima y una amplísima brecha económica. La diferencia en ingresos nacionales brutos (GNI) entre ambos se sitúa por encima de los doce puntos. Uno de los diez escalones más agudos del mundo entre países vecinos. Para que nos hagamos una idea, Estados Unidos "sólo" sextuplica sus diferenciales económicos con México, y eso a pesar de la conocida frontera del río Grande.

Las razones de este tratamiento prioritario de la cooperación española son múltiples. En primer lugar, la proximidad geográfica. Decía Moratinos, uno de los artífices de la actual política de cercanía hacia Marruecos, que la "obligación de un gobernante es llevarse bien con sus vecinos". Ciertamente, España necesita la estabilidad del país alauí; estabilidad social, económica y sobre todo, a la vista del camino seguido por otros países de confesionalidad musulmana, política. Nuestros gobernantes entienden que en la medida en que a Marruecos las cosas les rueden bien, nos irá bien a nosotros. Es la denominada teoría del "colchón de intereses".

El segundo factor que condiciona la prioridad hispana es la inmigración. Marruecos y Ecuador son los dos países a los que la cooperación española presta especial atención en función de esta variable. España, límite sur de la UE, necesita un blindaje de su frontera. Ello requiere la activa participación de Marruecos, como quedó demostrado en los asaltos de los subsaharianos a las vallas de Ceuta y Melilla, aunque, en ocasiones, tengamos que mirar hacia otro lado para obviar la contundencia de las actuaciones marroquíes.

Por último, los aspectos económicos. Marruecos es nuestro principal socio en el Magreb, el escenario elegido por muchas empresas españolas (inmobiliarias, de servicios, etc.) para ampliar mercados y para encontrar mano de obra barata. La entrada en vigor, en 2010, de la zona de libre comercio puede abrir nuevas perspectivas comerciales para ambos países. Si a ello unimos la historia compartida, el idioma, la múltiple presencia de instituciones educativas y culturales españolas… se entenderá por qué Zapatero visitará próximamente, como marca la tradición diplomática, Marruecos.

Mientras se priorizan estos aspectos, chequera en mano, las dos cuestiones que nublan nuestra vecindad, la autodeterminación del Sahara y la reivindicación de soberanía de los enclaves hispanos en el norte de África, viven, desde ambas partes, el sueño de los justos. El problema es que cualquier episodio, como ocurriera con la visita real a Ceuta y Melilla, puede anular los efectos de la "dormidina". Entretanto, paz y concordia en el zaguán vecinal, que los gastos de comunidad corren de nuestra cuenta.

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