QUERIDO adolescente: este artículo o carta, como más cómodo te resulte definirlo, es para ti. Y sólo para ti. Es para quien sea capaz de identificarse como el hijo de mi amigo, un padre cuyos vástagos andan en edad de creer que vuestra libertad es desprenderte de tus padres, a quienes no necesitáis para poder comer, para dormir bajo un techo levantado tras años de esfuerzo, dormir entre los abrigos de un edredón, pagar lo que cuesta que viváis o impartir el valor cálido de la gloriosa familia. Estáis en una edad esplendorosa en la que se os abren los ojos ante los túneles vertiginosos de la vida donde bajáis derrapando sin freno. Por esos caminos, querido adolescente, si tienes tiempo de detener tus pasos, encontraras nuestra huellas, que no veis. Por ahí, también hemos pasado nosotros, vuestros padres.

Fuimos lo que sois. Y seréis lo que somos. Un hombre que desde que nace nuestro hijo habita en nosotros como un hueco hincado en el pecho difícil de rellenar por la honda preocupación de que algo malo os pueda suceder. Y ese hueco, enrocado en el centro de nuestro pecho, anida en nosotros desde cuando nacisteis y perdurará en el tiempo y no se llenará ni con nuestra despedida. Los padres somos capaces de vivir con la profunda preocupación que pretende forjar para vosotros una vida segura y exitosa.

Si fuerais capaces de sentir cuán dolorosa es la incertidumbre que sufrimos por la preocupación que nos invade a los padres cuando salís con los amigos a la calle, algo tan incierto como lo que es "la calle", si pudierais sentir nuestra angustia... responderíais nuestra sencilla petición.

Tres jóvenes, tres adolescentes, tres criaturas, tres niñas han muerto en uno de esos conciertos a los que tan entusiasmados vais. Y que seguirán celebrándose y deben seguir celebrándose, pero con la máxima vigilancia y seguridad. Una entrada comprada por internet ni debe ser sinónimo de peligro ni debe frenar la convocatoria. Pero sólo os pedimos, los padres, que nos enviéis un SMS por favor, cuando estéis de ronda nocturna por la calle. La tragedia del concierto de Madrid nos lleva a desvelar el comportamiento unísono de los adolescentes. Os vais de casa y los padres no sabemos nada de vosotros hasta que amanece y vamos a vuestro dormitorio en busca de unas sábanas enredadas por vuestra presencia. Pero ha habido muchos padres que con la claridad del día vieron las sábanas de las camas de sus hijos bien tensadas y locos han pasado las primeras horas del día buscando una pista que les desvelara que sus hijos estuvieran vivos. Cientos, miles de padres descansaron tranquilos ante el buen final aceptando la incomunicación de su hijo pero tres padres recorrieron angustiados el pasillo de su casa hasta el dormitorio de su hijo, abrieron la puerta del cuarto y sintieron la premonición de que sus hijos ni estaban en su cama ni volverán a dormir en ella nunca mas. Hijos, lo único que pedimos los padres es que sepáis donde vais. Controléis lo que hacéis. Y sobre todo, que nos mandéis un SMS, un simple SMS, de los cientos que mandáis al cabo de la noche.

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