Cuchillo sin filo

Francisco Correal

Sevillanas de Juan Ramón

LA iglesia de la Magdalena de Sevilla está a dos pasos de la capilla de Montserrat. En la primera fue bautizado Bartolomé de las Casas, que fue obispo de Chiapas. En la segunda hay una réplica de la Moreneta y su hermandad mantiene una excelente relación con la casa de Cataluña. La cercanía entre ambos edificios religiosos, Magdalena y Montserrat, separados apenas por un paso de peatones, es una metáfora para glosar uno de los más absurdos rifirrafes políticos de los últimos días.

Igual de cerca debieron resolver sus cuitas Magdalena, la ministra, y Montserrat, que fue a por lana y salió trasquilada. Desde que Benito Moreno publicó un disco de sevillanas con poemas de Bécquer, no había visto una osadía similar: los Romeros de la Puebla cantando por sevillanas versos de Juan Ramón Jiménez. Es una licencia construida sobre dos de los presentes que algunos andaluces han enviado para solidarizarse con el acento de la ministra: unas sevillanas de los Romeros en las que el grupo de José Manuel Moya canta que "mi acento es del sur" y las obras completas del Nobel que se casó con Zenobia Camprubí. Que también fue objeto de chanza en una hiriente carta de Dalí y Buñuel le enviaron ridiculizando a su burro Platero.

Magdalena Álvarez no es analfabeta, contra lo que dice cierta derecha recalcitrante. El 22 de abril de 1999 era Feria en Sevilla y se cumplían cien años del nacimiento de Vladimir Nabokov. Pregunté a mucha gente, incluidos varios políticos. La única que había leído Lolita era Magdalena Álvarez, que entonces era consejera de Economía del Gobierno de Chaves. Por esa inteligencia que le distingue, no debería confundir su persona con el resto de andaluces en esa sinécdoque que la convirtió en una Mariana Pineda del habla andaluza.

En tiempos de desacralización, por el principio de Arquímedes se sacralizan otras cosas: la patria, la lengua, la bandera. En el AVE Sevilla-Barcelona viajaba Javier, un cordobés ya jubilado que trabajó cuarenta años en la multinacional General de Cables, entre Vic y Cornellá, donde fue alcalde José Montilla, cordobés como Javier, primer no catalán que preside la Generalitat. Los cuatro hijos de Javier nacieron en Cataluña, tierra que adora. Conserva el acento de Góngora y Manolete. No entendía que el presidente de la Xunta gallega pidiera más dinero para su comunidad porque tenían lengua propia. "¿Es que la mía es prestada?", se preguntaba Javier. Es el quid de la cuestión. Querer disfrutar de una posición de privilegio por una identidad lingüística también es ningunear a quien tiene otros cauces identitarios. Dos premios Nobel de Literatura, por ejemplo, casi la mitad del medallero nacional. Eso es más grave que el acento de chiste.

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