Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Snif, snif

Lo verdaderamente terrible es que sea la consejera de un partido de izquierdas la que escupa semejante aberración

Seguro que recuerdan la reciente ocasión en que el portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardà, reivindicó sin que se lo pidiera nadie una "Andalucía libre y republicana". Pues bien, tal y como cabía sospechar, aquello era una avanzadilla para lo que habría de venir después. Hace sólo unos días, la consejera de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia de la Generalitat, Dolors Bassa, del mismo partido y cuya responsabilidad política no es precisamente pequeña, lamentó que el problema que sufren en Barcelona a cuenta de los niños tutelados aficionados a esnifar pegamento se debe a que la Junta de Andalucía "mira para otro lado". El asunto delata un delirio de un par de narices, con perdón, pero habrá que tomárselo en serio. De entrada, si Tardà quería una Andalucía libre debía ser para esto: para que funcione como muro de contención y los chavales que van por ahí colocándose a porrillo no vayan a molestar a los catalanes. En esto sí que cabe advertir, al fin, una convergencia (no va con segundas) de Cataluña y Europa, ya que la UE adjudica a Andalucía fines similares: esencialmente, los de comerse el marrón de las pateras y que la cosa no trascienda mucho más al norte. Que los desgraciados mueran, esnifen pegamento o hagan lo que les dé la gana, pero que no se note demasiado. Para eso, sí, sirve Andalucía.

Lo que a un servidor le parece verdaderamente terrible es que sea la consejera de un partido de izquierdas la que escupa una aberración semejante. El problema no es que los niños a los que se refiere vivan solos, sin futuro, desatendidos, servidos como carne de cañón para quien quiera esclavizarlos, ni que se dejen la piel en la carretera, ni que duerman en portales y cajeros a merced de las bestias. No, lo malo es que van por ahí esnifando pegamento y eso queda muy feo. Especialmente cuando podrían hacerlo en otra parte sin tener que venir a Cataluña a incordiar, con lo sanos y ejemplares que somos aquí. Esto lo dice, insisto, alguien que adquiere una titularidad pública a través de un partido que lleva la palabra Izquierda en sus siglas. Es como para darse de cabezazos contra una esquina y pedir a los alienígenas que nos han abducido que nos devuelvan a nuestro mundo de siempre. Todo se explica, eso sí, si reparamos en que ERC es, más que cualquier otra cosa, una fuerza nacionalista, patriota y besabanderas. Póngame usted una frontera y podré hacer política para acémilas con absoluta impunidad. Amén.

Es curiosa la fijación de ERC con Andalucía. No sé qué complejo se sacaría Freud de la manga para justificarla. Habrá que proveerse de superglue por si acaso.

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