¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

'Tavarishch' Garzón

Incluso para reivindicar un holocausto como la Revolución Rusa, Alberto Garzón se nos pone lírico y almibarado

Incluso más que los millones de muertos que dejó el comunismo en las cunetas de la historia, sorprende la docilidad lacayuna con la que se comportó una buena parte de la clase intelectual europea y americana ante sus dictados y propaganda. La élite cultural, la misma que presumía de rebelde en los cómodos salones de las democracias occidentales, callaba cobardemente (cuando no aplaudía con entusiasmo) las matanzas de Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot y una amplia lista de sátrapas y genocidas cuyos retratos no sólo adornaban las oficinas y mataderos de los regímenes del Este, sino también los pisitos con encanto bohemio de la pequeña -pequeñísima- burguesía intelectual con ínfulas izquierdistas. Pocos, muy pocos, escaparon a esta enajenación colectiva, y los que lo hicieron sufrieron el silencio y la humillación.

Sobre este asunto se ha escrito ya mucho y no volveremos sobre él, pero no nos deja de resultar llamativo que algunos, los más torpes y rezagados de la clase, sigan intentando ver en el comunismo y sus hitos fundacionales un rastro de grandeza y de oportunidad histórica. El pasado martes, el diputado y líder de IU (o lo que queda de ella), Alberto Garzón, lanzó un tuit que más bien parecía una autoinculpación. En éste aparecía un cuadro de Lenin arengando a las masas que apostillaba con una de esas frases grandilocuentes que tanto gustaban a los comunistas del antiguo régimen: "Hoy hace 100 años que el sol salió por el Este animando a la clase trabajadora de todo el mundo a liberarse de sus cadenas". El punto de arranque de una de las carnicerías más sobrecogedoras de la historia, la Revolución de Octubre, era saludado por tavarishch Garzón con un texto en el que no sabíamos que era más sorprendente, si la cursi obviedad ("el sol salió por el Este") o la frívola y probablemente fingida ignorancia de la vera historia.

Nunca hemos compartido la buena opinión que tienen los ciudadanos de Garzón, como suelen demostrar las encuestas. Es un diputado que siempre intenta posar con su mejor perfil, incapaz de salirse aunque sólo sea por unos segundos del guión izquierdista que le escriben otros, pero que él se encarga de endulzar hasta el empalago. Incluso para reivindicar un holocausto, como fue esa revolución que tanto le gusta, se nos pone lírico y almibarado. Garzón tiene una amplia panoplia de personajes y hechos de la izquierda democrática para reivindicar con orgullo, pero prefiere ponerse tierno con una masacre inaugurada por unos bolcheviques que hedían a pólvora, vodka y sangre.

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