Adrián / Fatou

Tener o no tener. Ser o no serTodos a Vejer

La otra mirada

LA promesa del jueves pasado era hablar hoy de la exposición de Julio Galeote en la Sala Rivadavia de la Diputación de Cádiz. Y las promesas se deben cumplir o se corre el riesgo de perder la credibilidad, si es que se tiene, claro está.

La fotografía de Julio Galeote es directa, lineal, frontal, sin barniz, ni ambigüedades. Como una verdad brutal. Cruda, y para nada complaciente. Sin florituras, ni ambagajes.

Su discurso es sencillo, pero a la vez metafórico. Muy influenciado por el esquema publicitario, presenta con claridad los elementos. Pero para llegar a entender el concepto es necesario hilvanar los argumentos, analizar en profundidad y se comprobará que las piezas del puzle encajan. Elementos, argumentos y discurso sincronizan entonces de forma milimétrica, y ante nosotros aparece un mensaje claro, elemental y crítico.

Julio Galeote presenta en Rivadavia fotos como estas que reproducimos aquí. Donde de forma aislada podrían parecer desconcertantes. No se sabe si se trata del anuncio de una empresa de mudanzas o el saldo de una inmobiliaria. Pero cuando se contemplan juntas, concatenadas y buscando más allá de simples imágenes, el discurso se vislumbra claro en su esencia.

El afán por poseer de la sociedad en la que vivimos, trabajamos, amamos o satisfacemos nuestras necesidades más vitales, nos lleva en la mayoría de los casos a alejarnos de la esencia de las cosas.

Una cama, no es una cama porque en ella haya una colcha, una almohada o unos bonitos pijamas debajo de ella. Una cama es una cama porque en ella… se ama.

Galeote propone, por tanto, aislar las posesiones, los objetos, el materialismo, el consumismo de nuestra sociedad insatisfecha, en la medida de lo posible. Y encapsularlos para diferenciar claramente la esencia de la excedencia. El tener, del verdaderamente ser. Aunque en algún momento nos pueda parecer que asistimos al final de una etapa, a la agonía de una forma de vida, que empaqueta sus recuerdos más intrascendentes para no dejar la huella maldita que nos hizo insatisfechos.

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