Tribuna libre

Antonio / Gómez / Presidente De Madre Coraje

Terremoto: causas naturales, efectos humanos

EL terremoto que sacudió el sur de Perú el pasado agosto impactó al mundo, y no es que un terremoto sea noticia, ya que las tragedias naturales siempre han existido, la noticia radica en las secuelas que este dejó. Los efectos de un terremoto difieren bastante dependiendo de la latitud donde se produzca el mismo. No tendrá el mismo impacto un seísmo en las costas peruanas que en las costas niponas o españolas, sus secuelas serán directamente proporcionales a la pobreza y a la desorganización del país damnificado. Lamentablemente estos últimos meses hemos podido comprobarlo con las diferentes secuelas que han dejado las inundaciones en España (varios fallecidos y pérdidas de casas y negocios) y las que han dejado en México y en el Caribe (más un millón de afectados, poblaciones enteras bajo el agua y más de 100 fallecidos).

Ya sabemos que, como siempre, los empobrecidos son los más perjudicados.

Esta es otra de las lecturas que se palpan tras el desastre: este tipo de tragedias sirven como indicador de la situación social del país y del nivel de desestructuración de un estado. En el caso del Perú se puso todo esto de relieve: la centralización que sufre el país saltó a la vista, observando la carencia de infraestructuras e inversiones en las zonas más afectadas. Y esto se traslada también a las inversiones externas: las horas posteriores al terremoto el país estaba incomunicado, no sólo para sus habitantes sino hasta para sus propias autoridades. Resultó insólito escuchar al Jefe de la Séptima Región policial comunicarse con sus unidades a través de una radio comercial. Cierto es que algunas de las torres se cayeron, pero aquí cuando eso ocurre existen unos sistemas de alternancia de emergencia. Es decir, aquí se cumplen con todas las medidas adecuadas, pero allí, en el denominado tercer mundo, eso no importa; llegando a la misma conclusión que en el anterior párrafo: los empobrecidos como siempre son los más perjudicados.

Así, las causas son naturales, pero los efectos son humanos. No se previene, los gobiernos delegan en las oenegés las responsabilidades que les corresponden a ellos pero, a pesar del buen trabajo de las oenegés, las soluciones no pasan por ellas; anterior a la solidaridad debería estar la creación de mecanismos supranacionales que obliguen a los gobiernos a salvaguardar a sus ciudadanos y exijan políticas sociales a los mismos e inversiones externas éticas, que contribuyan al desarrollo pleno de los pueblos.

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