Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Veinte años para recordar

No debe ser casualidad que el Villamarta celebre hoy su vigésimo aniversario con la 'Novena Sinfonía' de Beethoven

Se cumplen ahora veinte años desde que Jerez recuperó algo más que su teatro, el Villamarta, símbolo y motor de la vida social y cultural que se perdió mucho antes de que se proyectase, convertido en cine, la última película que presagiaba su muerte a mediados de los ochenta. La movilización ciudadana y la apuesta del Ayuntamiento y la Junta de Andalucía por devolverle la vida fue un ejemplo de trabajo en común entre sociedad civil y Administración pública. Los años que siguieron a la apertura también fueron modélicos. En muy poco tiempo, el Villamarta recuperó en todo el país el nombre y el esplendor de tiempos pasados, en muy buena parte gracias a la gestión de su director, Francisco López, a quien se dejó trabajar para atraer hasta Jerez a las principales figuras de las diferentes artes escénicas, sabiendo interpretar lo que los espectadores reclamaban en cada momento. Fruto de aquella actividad surgieron muchos talentos, uno de los cuales, el tenor Ismael Jordi, es una de las figuras más internacionales de Jerez hoy día. O el impagable Coro que generosamente ha sabido recoger esa ilusión colectiva, con un recuerdo muy especial hoy para José Luis de la Rosa.

El trabajo de producción de ópera y zarzuela desarrollado desde el teatro público jerezano le valió ser designado por la Junta de Andalucía como Centro Lírico del Sur, una denominación que no se ha plasmado como debía en la asignación presupuestaria que se merecía siquiera en los años de bonanza económica. Sin Villamarta no se mantendría hoy la afición a la lírica en la ciudad y su entorno y, por supuesto, no habría Festival de Jerez, algo más que un evento cultural, una marca de calidad en el mundo del flamenco ante la que los artistas se rinden anualmente.

Veinte años ya. Cuántas anécdotas, recuerdos, nombres... Tal vez la celebración de este vigésimo aniversario no sea la que soñáramos hace una década, cuando el teatro rebosaba proyectos e ilusión. La crisis que afecta al mundo de la cultura en general y la bancarrota municipal se han cebado con la Fundación que ha gestionado el teatro hasta el año pasado, liquidándola en una trágica puesta en escena que aún no ha terminado. Como en aquel noviembre de 1996, toca volver a levantarse de las tablas y decir aquello de "el espectáculo debe continuar" bajo la batuta de Isamay Benavente. Por el bien de Jerez, por tantas y tantas personas que se han dejado la piel por su teatro y, sobre todo, por los que vendrán. Porque esta ciudad no sería la misma sin el Villamarta. No caigamos en uno de los peores pecados existentes, el del olvido. Que no nos suceda lo mismo que en los ochenta del pasado siglo, cuando se dejó caer un templo para la cultura con mayúsculas ante la indiferencia general. Una indiferencia que conduce a las peores situaciones.

No debe ser casualidad que para celebrar el veinte aniversario hoy se haya elegido la 'Novena Sinfonía' de Beethoven, un himno 'coral' a la libertad, el símbolo de la Unión Europea, en unos tiempos en los que, precisamente por el olvido, acechan nuestros peores fantasmas.

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