Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Zen o no zen

El fin de las mayorías ha llevado a los partidos a darse cuenta de que, esta vez sí, tienen que dialogar siempre

Como si se tratase de cualquier ciudadano que al llegar el nuevo año realiza un firme propósito de cambiar -a mejor, se entiende- y ponerse metas que cumplir, nuestros políticos han decidido hacer borrón y cuenta nueva, enterrar lo viejo y mirar al futuro con otra filosofía bien distinta.

"Señoras, señores, esto ya no es lo mismo, lo de antes no vale, hay que cambiar y ahora de lo que se trata es de dialogar". Más o menos es esto lo que un dirigente del PP les ha estado diciendo las últimas semanas a sus cargos y militantes. El rodillo popular pasó a la historia, en este partido le han visto las orejas al lobo y éste no es precisamente guapo ni bueno. Así que toca cambiar pero de verdad, no de boquilla. Dos jerezanos han escenificado a finales de año este cambio en las formas y, esperemos, en el fondo. El hasta hace poco concejal Agustín Muñoz era nombrado subdelegado del Gobierno en la provincia o, lo que e slo mismo, el rostro de Madrid entre nosotros. Sustituye a otro jerezano, Javier de Torre, que no entra en los planes de esta nueva etapa, no se conoce a ciencia cierta si por las formas, por el fondo o por cuestiones internas del PP, que de todo habrá, además del tiempo que llevaba en el cargo. Lo que parece claro es que con Muñoz se busca ese perfil de diálogo constante con el que el 'nuevo' PP quiere impregnar su presencia en las instituciones. Humildad y paciencia también. ¿En qué se traducirá aquí todo esto?

Hace poco se habló de un 'pacto' por la provincia entre PSOE y PP. Los interlocutores eran prácticamente los mismos, como los asuntos a sacar adelante. Pero de ese pacto nunca más se supo, salvo que no sirvió para nada, pues los asuntos siguen ahí. Dejémonos de pactos, fotos y poses que rápidamente se olvidan y vayamos a los hechos, con el diálogo por bandera. La crítica por sistema al oponente trata de esconder las carencias propias y termina aburriendo a los ciudadanos, que castigan a quienes la practican.

Sería bueno que esta nueva forma de hacer política a la que se han visto obligados muchos políticos se extendiese en el tiempo, no sólo en momentos de agobio matemático, y en todas las instituciones públicas. La alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, paradigma de una minoría que gobierna, presume de diálogo pero cuando añade eso de "no como el PP" ya empieza a estropearlo, pues hablar, consensuar, negociar, es algo que hay que hacer independientemente de lo que hagan los demás; simplemente porque es lo correcto.

En cualquier caso, bienvenido sea este nuevo estado mental que aleje de nosotros esa insoportable manía por la confrontación, la tensión absurda que no ayuda a nada y la conversión de la política en un ring de boxeo sin reglas. El estado zen en el que dicen encontrarse ahora muchos políticos augura al menos una disminución del mal humor, el insulto por el insulto, la desagradable gresca a ración diaria y, en definitiva, la bronca. Y con eso ya habremos ganado algo. Ojalá sirva, además, para que haya acuerdos que mejoren la sociedad. Es que no les queda otra: "Zen o no zen, esa es la cuestión", que dijo alguien.

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