Cuarto de Muestras

De abajo arriba

Yo miro el cuerpo de la pirámide social y pido paridad por abajo, no por arriba

No falla, cada cierto tiempo una política mediocre le da una patada al diccionario, inventa una palabra y todo el mundo se pone a despotricar de la Real Academia de la Lengua, de la sociedad machista y de la estupidez humana, presuntas implicadas en estas cuestiones tan míseras. Jueza, miembra o portavoza, son las grandes aportaciones de estas premeditadas polémicas a nuestra vieja sociedad patriarcal. No sé qué haríamos sin estas tres palabras. Me imagino a Bibiana Aído cuando tenga ochenta años y concluya su brillante carrera profesional dando entrevistas y explicando con lágrimas en los ojos cómo se le ocurrió decir "miembra" por primera vez y el alto precio que ha tenido que pagar por ello sufriendo la dulce precariedad de los puestos de trabajo de confianza de su partido. La vida es así de dura para quien aspira a cambiar el lenguaje.

Bueno, no es tan frívola la cosa, a veces también pelean nuestras políticas por la cuota femenina en los altos cargos. En busca de la paridad y el empoderamiento. Que nos pongan por narices, valgamos o no, para hacer número y alcanzar la cuota. Curiosa manera de respetar los derechos y la dignidad de la mujer. Yo miro el cuerpo de la pirámide social y pido paridad por abajo, no por arriba. Paridad por ejemplo en el mundo de la limpieza, en el cuidado de ancianos, paridad en los trabajos precarios y mal remunerados que nadie quiere. Pero no, qué vulgaridad, las políticas lo tienen claro: la paridad bien entendida empieza por una misma y, por de pronto, donde más les interesa es en los cargos públicos que ellas mismas pueden llegar a desempeñar. Os estamos muy agradecidas mujeres políticas del mundo. Sin vosotras, no habría ministras ni primeras ministras a excepción de Margaret Thatcher, Angela Merkel o Theresa May (Perdón por citarlas).

Antes de que me cuelguen en una plaza pública por estas críticas que seguro alguien tildará de machistas, aprovecho la ocasión para pedir a nuestros políticos que peleen porque mujeres y hombres puedan trabajar y educar a sus hijos, que puedan reducir su jornada para poder atenderlos debidamente en los primeros años de vida; que el hombre no sea considerado un enemigo ni alguien sospechoso de abusar de las mujeres; que sean las mujeres al separarse las que reclamen sin mala conciencia la guarda y custodia compartida de sus hijos. Sólo eso y, ya después, los altos cargos vendrán seguro del tirón y tendrán otro peso.

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