Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Del azul al rojo

Cuando el Ayuntamiento anunció que el diseño de los nuevos autobuses urbanos, esos que tanto esperan miles de usuarios, se decidiría por votación popular, imaginaba que las propuestas serían mucho más atrevidas. Uno imaginaba dibujos y estampados acordes con las señas de la ciudad en diferentes combinaciones de color, creando así un intenso debate artístico entre lo abstracto y lo figurativo. Pero dar a elegir finalmente entre autobuses pintados en blanco y azul, gris y azul y gris y rojo, los tres diseños posibles que han sido aportados por la marca fabricante, no es algo muy extraordinario. Lo fue en su momento -comienzos de los noventa del pasado siglo- el color rosa para estos vehículos elegido en tiempos de Manuel González Fustegueras como delegado de Urbanismo. Aquello sí fue un diseño impactante para la época y dio muchísimo que hablar entonces. Sin embargo, la original -y valiente- elección de aquel color, nunca visto antes en un autobús, hizo que se hablase mucho de Jerez y ahora, veintitantos años después, no nos chocaría ver circulando aquellas 'panteras rosas' rodantes por la ciudad.

Aquel color se mantuvo bastante tiempo y no fue hasta 2012, con María José García-Pelayo en la Alcaldía y tras la compra de más de una docena de unidades, cuando se decidió cambiar el color rosa por el azul, que es el que se ha mantenido hasta nuestros días. Azul con olas como el escudo de la ciudad de Jerez y 'azul PP' al decir de los que fueron críticos con aquella decisión.

Ahora, cuando gobierna la socialista Mamen Sánchez, la votación popular convocada por el Ayuntamiento ha arrojado el resultado del rojo y gris (con un resultado muy apretado frente al azul y blanco), lo que ha vuelto a dar pie a las conjeturas, sólo que esta vez al revés. Porque en el arco político se sigue identificando al PP con el azul y al PSOE con el rojo y es cierto que, políticamente, Jerez ha pasado del azul al rojo desde que los socialistas gobiernan -"es un disfrute" según la alcaldesa- con apoyo de IU y Ganemos. Hay quien piensa -no es broma- que el color de un autobús puede condicionar el voto de los ciudadanos en unas elecciones. El asunto da juego si pensamos en que una persona que hubiese estado fuera de la ciudad durante un tiempo podría adivinar a su regreso quién se sienta en el sillón de la calle Consistorio sólo con ver de qué color están pintados los autobuses: azules, rojos, morados, naranjas... Claro que, según esta teoría, ¿a quién deberían haber votado los jerezanos cuando Pacheco decidió que fuesen de color rosa? ¿Por qué usó el rosa y no el verde?

El caso es que mientras debatimos si deben ser de tal o cual color, si deben llevar olas o líneas rectas, los vehículos no terminan de llegar. Es un gesto que un gobierno local pida opinión a los ciudadanos sobre éste u otro asunto; se consigue entretener al personal, sí, pero lo cierto es que los autobuses nuevos deberían estar (cualquiera que fuese su color) a mediados de 2017 y aquí seguimos esperando casi un año después. Y menos mal que hay fondos europeos para comprarlos. Porque mientras sigamos juzgando las cosas por su color y no por lo que son y lo que significan en nuestras vidas, mal nos irá.

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