CON MALA UVAla columna

Begoña García / González-Gordon

La bota de los turbios La corte celestial

El Alcázar vuelve a estar tomado al menos durante estas Navidades, como evidencia esta imagen captada ayer por el objetivo de PASCUAL. Estos dos vigías son los que evidenciaban la presencia futura de tres personajes que en breve aparecerán por la ciudad, los tres Reyes Magos. Su mensajero acaba de llegar de tierras lejanas para atender a todos los niños que lo deseen.

¡POR todos los santos de la corte celestial! Cuántas veces escuché esta expresión, de niña, sin prestar atención a lo que quería decir. Como tantas otras retahílas de la infancia. Que a veces caen en nuestros oídos, ya de mayores, y se iluminan de pronto cargándose de significado.

Me pasó el otro día. Alguien dijo ¡por todos los santos! y lo de la corte celestial emergió de pronto, del pozo misterioso y dulce de los recuerdos que guardo, del almacén de todo lo aprendido. Llegó del pasado a esta mente un tanto empañada por la edad, que ahora dirige los destinos de mi vida y sobre todo de mi comprensión.

Y vi la corte celestial con ojos de persona mayor. Primero la del cielo: una larga hilera de santos paseando, por las blancas alamedas que, para ese instante, inventó mi pensamiento. Y después la corte celestial terrena. Que no es una sola, sino muchas, porque cada persona tiene la suya. Enseguida pensé en la de mi madre, formada por gente tan buena que parecen ángeles de a pie. Luego pensé en la mía. Que me llevó por asociación, de la manita, a la de muchas otras personas. ¿Quién no tiene una corte -por exigua que sea- de gente celestial pululando alrededor?

No necesariamente la forman los asiduos. Y mucho menos los que nos halagan o nos sirven. Ni siquiera todos los amigos. La forma esa persona que está ahí en contadas ocasiones, todas las contadas ocasiones que la necesitamos. O la que te cura, te enseña, te vapulea, te expande. La que nos hace el regalo del siglo, con sólo ser como es. Esa corte, hace más llevadera la complicada faena de ser felices, ¿no es eso trascender lo meramente terrenal?

Antiguamente en la corte, había hasta cerero, zorrero y potajier. Y meninas, las que entraban en la corte siendo niñas. De esas tengo yo, en mi corte celestial, y son preciosas. Lo que estoy echando en falta últimamente, es al zorrero. Que despeje el bosque de alimañas, misión celestial donde las haya.

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