CON MALA UVAla columna

Bernardo Palomo

La bota de los turbiosPor Sergio Ramos

El hotel Sherry Park acogió ayer la tradicional Feria del Disco. Los nostálgicos del vinilo -que no son pocos- pudieron encontrar en los expositores desde discos en formato single y long play hasta carátulas de algunas de las mejores obras discográficas jamás editadas, así como pins de los grupos de toda la vida. En la imagen, un grupo de jóvenes busca su oportunidad en los expositores. La foto es de PASCUAL.

AHORA le toca el turno al himno. La idea, tan peregrina como otras muchas, puede gustar, parecer absurda o pasar indiferente; pero a estas alturas, con lo que está cayendo, con lo de la memoria histórica demasiado a flor de piel de algunos, como no hay cosas en qué pensar y por las qué trabajar, lo mejor era una letrita para el himno. A la inmensa mayoría de los españoles nos enerva escuchar el himno y hasta nos levanta el espíritu. Algunos todavía tendrán nostalgia de los espacios cuarteleros con la música militar de fondo y el himno como aglutinador de emociones. Ya lo dijo el Guerra, ¡hay gente p ató! Bueno, pues por eso era tan imprescindible lo de la letrita. No se puede uno imaginar el dechado de virtudes estéticas que es Sergio Ramos escuchando el himno, sin cantarlo, con la mirada perdida hacia el cielo y sin entonar las estrofas preñadas de pasión patria. Eso es antiestético, por eso era cuestión de estado ponerle letrita al himno. No podíamos llegar a la Eurocopa sin cantar como Dios manda las estrofas alusivas a la realidad española. Además, ¿quién sabe si es por culpa de la no existencia de la letrita del himno, por lo que nuestra Selección casi siempre ha rozado el ridículo? A partir de ahora, eso cambiará. Nuestros aguerridos muchachos con la mano en el corazón cantando la letrita. El zangolotino del Puerto va a correr la banda con el espíritu henchido de emoción patriótica. ¡Ya era hora de que fuéramos una nación seria! Además la letrita encierra todos los valores de la gran poesía contemporánea. Alude a cielos azules, verdes valles y montañas nevadas. ¿Se puede pedir más? Para que todo sea consustancial con los tiempos faltarían las gafas negras, el bigotito al uso y la tele en blanco y negro. Pero todo puede llegar. Ahora ya tenemos letrita. Sergio Ramos va a posar para la eternidad como Dios manda.

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