CON MALA UVALa columna

Bernardo Palomo

La bota de los turbiosSin la esencia de Jerez

'Youtube' no engaña

El Zoobotánico de Jerez ha sido escenario de un nuevo nacimiento de una de las especies en peligro de extinción que albergan estas instalaciones. Concretamente se trata de una cría de antílope bongo que vino al mundo el pasado día 12. Su desarrollo está siendo normal, pasa mucho tiempo reposando alejada del público, no se le molesta para nada, e incluso es una incógnita aún si es macho o hembra.

La actividad se reduce al mínimo

Semana Santa que ha pasado de lo mínimo a lo máximo sin apenas darnos cuenta. Aquella íntima Semana Santa de Jerez, entrañable, reducida y llena de esencia ha dado paso a una Fiesta grande, inabarcable, de masas y, cada vez más, perdiendo su ancestral intimidad. Una intimidad que hay que reencontrar en la conciencia personal de cada uno.

La Semana Santa de Jerez ha ido ganando en grandeza pero ha ido perdiendo en personalidad. Ahora todo se parece demasiado a todo; se mira en un espejo que es bueno pero donde todo se copia y, además, de cualquier manera. Nos hemos dejado llevar por los ejemplos superficiales y vacíos y hemos sucumbido a los planteamientos de otras latitudes sin tener en cuenta nuestra propia identidad cofrade, esa que se ha ensolerado en las bodegas del tiempos y que ha venido repitiéndose desde siglos y manifestando sus ancestrales ritos. Mucho me temo, que desde ayer hasta la madrugada del, ya, sábado santo, ustedes asistan a un espectáculo -maravilloso- pero alejado de la Semana Santa que ustedes guardan en su memoria. Vamos a asistir a un rosario de mi armas, de revirás y de vacíos vocablos que sólo se usan en estos días y que ponen bien en evidencia la pobreza de lo que es. Menos mal que, todavía, nos queda la Hermandad de Jesús Nazareno, esencia imperecedera de un Jerez que cada vez echamos más en falta.

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