Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

La caja de Pandora

En una ciudad como Jerez en la que el Ayuntamiento es desde hace décadas la primera empresa local, es muy difícil ganar unas elecciones si los empleados municipales están enfadados contigo. Ha venido siendo una verdadera obsesión controlar a este colectivo tan numeroso (que ha llegado a superar con creces las dos mil personas), pues sus votos y los de familiares y amigos son capaces de inclinar la balanza política de uno u otro lado. Esta realidad impuesta por años de crecimiento desmesurado ha llevado a los diferentes gobiernos municipales a tratar de llegar a acuerdos con los principales sindicatos e incluso a promover la creación de otros grupos o asociaciones de trabajadores cercanos a sus intereses. Movilizaciones sindicales en el Ayuntamiento han hecho tambalear gobiernos desde Pedro Pacheco hasta María José García-Pelayo pasando por Pilar Sánchez y en este mandato la alcaldesa Mamen Sánchez ya sabe sobradamente a qué nos referimos. Lo ha comprobado primero con las protestas y mucho más del SIP, con las de los ex trabajadores del ERE del PP a los que no pudo readmitir como prometió en su programa electoral y esta semana ha conseguido que los sindicatos que representan a casi la totalidad de los trabajadores municipales estén en su contra. Su plan para que los trabajadores con contratos laborales fijos e indefinidos (el 72% de la plantilla del Ayuntamiento) puedan acabar siendo funcionarios, una bicoca en teoría para cualquiera, ha tenido un rechazo frontal de los representantes sindicales y hasta de uno de sus 'socios' está en contra. Lo que parecía una noticia llamada a lograr el aplauso (o la envidia) general se le ha vuelto en contra al gobierno socialista, que se ha visto obligado a aclarar ahora, por si acaso, que el procedimiento "es voluntario". Y es que muchos sindicatos y muchos trabajadores desconfían en tener que hacer una oposición para dejar la interinidad como funcionarios, por muy de cara que la tengan. Hay mucha gente con miedo a hacer un examen, a saber por qué.

La desconfianza en el plan municipal es tal que sus detractores hablan de "ERE encubierto". Quién le iba a decir a Mamen Sánchez que a un año de las elecciones municipales le caería una acusación de este tipo por tratar de regularizar una situación cuanto menos anómala que desde hace décadas no ha sido capaz de arreglar ningún gobierno en Jerez. La cruda realidad indica que hay muchos empleados que prefieren seguir como están desde hace mucho tiempo a 'jugársela' con un cambio de situación laboral que puede entrañar riesgos. Es la paradoja de un plan de estabilidad que según los sindicatos lo que crea es todo lo contrario, una incertidumbre (que para sí la quisieran miles de ciudadanos en paro, por cierto). La política de Personal es con diferencia lo más difícil de lidiar en el Consistorio jerezano, donde ni la absorción de las plantillas de los servicios de autobuses o de la ayuda a domicilio han servido para calmar tantas demandas como existen en esta materia.

Visto lo visto tantos años, la plantilla del Ayuntamiento sigue siendo la caja de Pandora de esta ciudad, pues todo el que la abre acaba recogiendo conflictos no deseados.

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