En tránsito

Eduardo Jordá

El caso Hassel

HACE poco me puse a hojear la novela Las benévolas, de Jonathan Littell. Al cabo de leer unas cuantas páginas, me di cuenta de que todo lo que leía me sonaba de algo. ¿De qué? No me costó mucho averiguarlo: de las novelas de la II Guerra Mundial de Sven Hassel que se vendían en los quioscos (editadas por la editorial Reno) y que mis amigos y yo leíamos en el colegio cuando teníamos doce años. La vieja nomenclatura bélica que salía a relucir en nuestras conversaciones es la misma que llena las páginas de Las benévolas: Waffen-SS, Panzerkorps, "standartenkommander" y todas esas pamplinas nazis que suelen fascinar a los adolescentes (y a Littell, me temo).

Yo creía que Sven Hassel había muerto hace mucho tiempo, pero acabo de descubrir -vía Wikipedia- que Sven Hassel, nacido en 1917 en Dinamarca, todavía está vivo. Y no sólo eso, sino que vive en Barcelona desde 1964. Pero lo mejor de todo es que Hassel aseguraba que sus novelas eran en gran parte autobiográficas, ya que decía haberse incorporado como voluntario al ejército alemán en 1937, y después de un intento de deserción, había sido enviado a un batallón de castigo, con el que había luchado en el frente ruso hasta el final de la guerra.

Hasta aquí todo es bastante normal. Sólo que un periodista danés llamado Erik Haaest sostiene que Sven Hassel nunca luchó en el frente ruso (ni en ningún otro frente bélico), sino que fue un policía colaboracionista en la Dinamarca ocupada por los nazis. Al parecer, todos sus conocimientos sobre la guerra los obtuvo de los veteranos daneses de las SS con los que coincidió en la cárcel, mientras esperaba ser juzgado por un delito de alta traición.

Según el periodista, Sven Hassel se libró de una condena porque era un buen fabulador y consiguió engañar a sus jueces. Pero un buen fabulador no consigue evitar las pruebas concluyentes, si esas pruebas existen. Puede ser que Hassel tuviera suerte y esas pruebas -un testigo esencial, un documento comprometedor- se perdieran durante la guerra. En la vida ocurren estas cosas. Alguien puede pasar por ser un héroe porque no ha sobrevivido ninguno de los testigos de su comportamiento vergonzoso. Y al revés, alguien que se comporta durante toda su vida con dignidad puede acabar convertido en un cobarde sólo porque alguien vio un único momento de pánico (como le pasó al Lord Jim de Joseph Conrad).

No sé cuál fue la verdadera vida de Sven Hassel, si fue un colaboracionista y un traidor, y por tanto un impostor, o si fue de verdad un soldado. Pero me da la impresión de que la verdad es demasiado compleja para resumirla en una de estas dos opciones. O sea que imagino que Sven Hassel fue un colaboracionista y un traidor, pero también un soldado. ¿Cómo? Eso ya no lo sé.

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