Más cerca de Dios

Con música góspel, incluso un descreído puede llegar a sentirse más cerca de Dios

He podido sentirme más cerca de Dios gracias a la comunidad africana en Harlem. Y eso le aseguro que es muy recomendable. Cuando los católicos hablamos entre nosotros de religión, el debate se vierte como el agua derramada tras estrellarse la tinaja contra el suelo. Las aguas, las interpretaciones discurren por muchas vertientes. Los más devotos acuden a la iglesia con regularidad semanal, hay quienes a diario necesitan ir a misa para hablar con Dios porque están enamorados de él. Al contarle sus problemas cotidianos sienten el confort absoluto, tanto que tras salir de la casa de Dios flotan henchidos de paz y felicidad. Quienes optan por practicar el catolicismo a su manera nunca van a la iglesia, pero le susurran o piensan en Él. En conclusión, creo que casi todos, a través de nuestro acercamiento a cada uno de nuestros dioses, buscamos esa purificación para un alma inquieta. San Francisco de Asís se enamoró de Jesucristo, a quien dedicó toda su vida fundamentada en el sufrimiento propio. Cuanto más dolor sentía más feliz se hallaba, ya que su objetivo era imitar el sacrificio de Jesús durante su estancia en la tierra. Los católicos rezamos hacia adentro. Cerramos los ojos, bajamos nuestra cabeza como quien busca dentro de su pecho sus vergüenzas. Es gozoso descubrir la forma de orar de la Iglesia Evangélica americana, donde nació el fenómeno del góspel (palabra de Dios). En la Bethel Gospel Assambly de Nueva York, se puede observar cómo gozan con Dios.

Son generosos y, además, lo representan físicamente al mantener sus brazos abiertos durante todo el acto religioso, en su parte musical. A nosotros nos atrae esta música, los coros y su extraordinaria armonía. Cantan a Dios con la alegría de estar tocando el cielo mientras interpretan las letras de las canciones con las que cuentan sus historias cotidianas. Cantan con los brazos abiertos, mientras bailan desinhibidos con todo su cuerpo exaltando las bondades de estar más cerca de Dios. Es como si al abrir los brazos abrieras las puertas de tu cuerpo encerrado, dejando fluir más fácilmente hacia el interior de tu pecho, tus pulmones, tu corazón, la espiritualidad que provoca una catarsis sin par. Unos rezamos hacia a dentro, otros hacia fuera. Es la diferencia gratificante de ambas formas de orar. De buscar la paz interior, la felicidad. Con música góspel, le aseguro que incluso un descreído puede llegar a sentirse, también, más cerca de Dios.

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