HOY es el día de los fieles difuntos. De los que se han adelantado en el camino y gozan de una paz que nosotros aún no conocemos. Aunque la posibilidad de que tengamos vida después de la muerte es un tema que sigue dividiendo a los hombres. Unos defienden su existencia, mientras otros afirman que no hay nada después de nuestro tránsito por este mundo.

Hay países, como México, donde hoy se espera la visita de los que se han marchado. Incluso se les deja comida en sus tumbas para que al llegar puedan disfrutar de sus platos favoritos. Pero el escepticismo de nuestros días avanza cada vez más.

Pese a todo, en los Estados Unidos, la revista Newsweek ha sorprendido poniendo en su portada el titular "Heaven is real" y recogiendo entre sus páginas la experiencia de Eben Alexander, un neurocirujano que en el año dos mil ocho estuvo en coma durante siete días debido a una meningitis.

Cuando volvió del coma dijo haber estado en un mundo al que se accede después de la muerte. Muy difícil deberá resultarle hablar de algo tan contrario a su hacer como científico, donde todo es tangible y comprobable.

Alexander narra que llegó a un lugar extraordinario, lleno de colores y de luz. Cuenta que viajó en el ala de una mariposa, que escuchó una hermosa melodía y que un ser espiritual le acompañó durante todo el tiempo repitiéndole cuán amado era. Afirma haber recibido lecciones de los seres espirituales y de sus seres queridos ya fallecidos, asombrándose del nivel de comprensión tan profundo al que fue capaz de llegar. Como colofón, nos comparte que sintió una presencia divina que lo envolvía todo.

Está convencido de que tenemos un alma y de que la conciencia está fuera del cerebro.

Sin embargo dice que no saldremos adelante si la humanidad sigue tan aferrada al materialismo como lo está ahora, buscando respuestas sólo bajo la farola porque no es capaz de mirar más allá.

Es verdad, estamos inmersos en una sociedad vacía. Desnuda. Dormida. ¿Qué hará falta para despertarla?