Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

El duende de Michiko

Esta es la historia de un flechazo. Pero no de uno cualquiera, sino de uno que surge a más de 11.000 kilómetros porque, como se suele decir, en el amor no existen ni las distancias ni las fronteras. Un flechazo que llegó paseando por una calle de Jerez, por el olfato, porque muchas conquistas se producen a través de los sentidos. Y un flechazo que continúa hoy, cerca de cuarenta años después, y que goza de muy buena salud.

Me refiero a la relación entre una japonesa de Tokio, Michiko Takahashi, y un vino, el jerez. ¿Cómo es posible que partiendo de dos culturas tan diferentes hayan llegado a tener esa relación tan especial? La propia protagonista de esta historia da la clave: el jerez es un vino muy "espiritual", con mucha energía, coincidiendo con lo que muchos autores han dejado escrito a lo largo de siglos.

Que un visitante de otro país huela o beba un vino de Jerez y se quede prendado es fácil. De hecho, la historia del jerez no se puede explicar sin sus mercados en el extranjero. Ahora bien, que después de ello decida dedicar su vida y empeñar todo su patrimonio a difundir las bondades del producto que lleva el nombre de nuestra ciudad, no es muy habitual y, por tanto, es algo digno de elogio y de agradecimiento.

Porque a los seis años de aquel flechazo, en 1986, Michiko pasó de los sentimientos a los hechos y decidió abrir en su ciudad el 'Sherry Club' de Tokio. No cundió en ella el desánimo durante un tiempo en el que soportó pérdidas. Un tiempo en el que el jerez, el sherry, aún estaba lejos de vivir la moda de la que ahora disfruta no sólo en su país, sino en muchos otros. Y siguió adelante, remando contra corriente, hasta convertir su negocio, su casa, en lo que es hoy: un bar, restaurante y tienda que es ejemplo en la oferta gastronómica relacionada con los vinos de Jerez, con cientos de referencias que resulta difícil o casi imposible encontrar en la ciudad de origen.

Esta señora japonesa, menuda, tímida, por supuesto educada y culta, y que sabe pocas palabras en español ha sido noticia esta semana en Jerez por una nueva demostración de cariño hacia un vino y una ciudad. Ha presentado aquí el libro 'Sherry, duende en la copa', que ha escrito Momoko Izumi, y que ella ha promovido y editado. Probablemente estemos ante la guía más completa de vinos y bodegas del Marco que exista actualmente. Diseñada con exquisito gusto, amena, atractiva y muy didáctica, esta obra pone de manifiesto, una vez más, que a veces tienen que venir de fuera para mostrarnos lo que tenemos ante nuestros propios ojos. Durante años, los autores de este libro (las fotos son del jerezano Borja Luque) han visitado bodegas cuya existencia desconocen muchos jerezanos (me incluyo) y han captado esencias que se nos escapan, duendes de las botas que están sólo al alcance de pocas personas, independientemente de su lugar de nacimiento. Porque, como ella recordaba estos días, "de cada mil cosas que hay en el mundo del arte, sólo tres son verdaderas y el jerez es una de ellas". Arigato.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios