LÍNEA DE FONDO

Pedro / Ingelmo / Pingelmo@grupojoly.com

La eternidad de George Best

Torres ha renunciado a la inmortalidad que le prometía la afición del Liverpool a cambio de dinero y una gloria pasajera

GEORGE Best es un jugador eterno para los seguidores del Manchester y para muchos otros que le admiramos por su juego vertiginoso y por decir frases como "en 1969 dejé las mujeres y el alcohol; fueron los peores 20 minutos de mi vida". Su mayor trofeo, aparte de sus dos Premier, su Copa de Europa y su balón de oro, fue el disco que le dedicó The Wedding Present, uno de los mejores de los años 80, tan británico él en su guitarreo. La portada de aquel adorable vinilo era una gran foto de Best con su camiseta de los Devils por encima de los pantalones y unas piernas embarradas hasta las rodillas. El jugador de Belfast, con su barba y su pelo largo negro, un quinto beatle psicodélico, cierto aire mesiánico, ejerce para la banda de Leeds de declaración de principios. Ni siquiera aparece el nombre. Simplemente, The Wedding Present y la magnífica foto. Cuando el arte se deja llevar por la atracción de un ídolo futbolístico es que ese ídolo futbolístico ha trascendido de las canchas y de las juergas para ser un icono pop. Y no nos engañemos. En la sociedad occidental que nació de la II Guerra o eras un icono pop o no eras nadie. Olvídate de la inmortalidad. Podría haber sido un buen candidato a tan elevado rango ese chico de Fuenlabrada que responde al nombre de Fernando Torres. Algo vieron en sus pecas, que le dotaban de un extraño carisma del sur de Madrid, los aficionados del Liverpool. Le dedicaron una canción: His armband proved he was a red/ Torres, Torres / You'll never walk alone, it said / Torres, Torres ... Pero Torres ha preferido el dinero y los títulos a la eternidad que le hubiera otorgado la fidelidad a una de las grandes hinchadas del mundo, una hinchada que ni perdona ni olvida, que precisa una entrega inquebrantable, con o sin títulos, a cambio de la santificación futbolística, de la elevación a los altares de la memoria. Torres ha dado un trascendente paso al irse con esa afición ñoña del Chelsea, cuyo himno es el bobalicón blue is the colour, football is the game... Ya jamás acompañará a George Best en su trono inmortal. Que se olvide de ser un icono pop.

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