Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Estado flamenco

El Festival encarna a la perfección los retos que tiene que marcarse todo el año una ciudad como Jerez

Apaco Cepero no hace falta que le den la Medalla de Andalucía para que, 60 años después de ponerse a trabajar sobre unas tablas, tocando la guitarra y componiendo miles de canciones, se le reconozca su impagable aportación al mundo de la música. Pero que la Junta de Andalucía haya acordado darle su máxima distinción este 28-F es un acto de gratitud hacia un artista que presume de su tierra allá a donde va. Y va muy, muy lejos. A Angelita Gómez no hay que montarle una exposición para recordarnos que ha sido y es la más grande, que de su mano, y de sus pies, han surgido alumnas con talentos enormes. Pero que el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco le haya rendido un homenaje con una muestra sobre su vida y su obra, con un Palacio de Pemartín en el que no cabía un alfiler el día de la inauguración, es uno de esos actos que dignifican a quienes los hacen y quienes los reciben. A Tomasa 'La Macanita' le dieron el viernes la Bandera de Andalucía, cantó el Himno, emocionó y dejó claro que ella es y será la mejor voz flamenca.

Paco, Angelita y 'La Macanita', como muchos otros artistas, merecen homenajes en vida. Porque sus vidas son homenajes continuos al arte, cada uno a su manera y en su terreno, por supuesto. Estos reconocimientos han coincidido con el inicio de la época que desde hace tiempo es la que convierte al flamenco en el principal escaparate de la ciudad. El Festival de Jerez, veintiuna ediciones ya, no habría sido posible sin tantos artistas como ellos que han mantenido encendida la llama del flamenco en Jerez tantas décadas. Pero este certamen va más allá y esa ha sido la clave de su éxito desde que otro gran artista, Paco López, mostrase el camino de la reinvención y abriese fronteras que acabasen con la endogamia que, está claro, no sirve para atraer público y generar negocio.

Los visitantes que estos días llegan desde todas partes del mundo encuentran el lujo de cruzase con leyendas vivas por las calles y hasta pueden recibir sus clases magistrales. Todo es compatible: tradición y vanguardia han de ir de la mano para poder crecer. Ese debe ser el secreto de un Festival que encarna a la perfección el reto que tiene marcado Jerez. Y uno de ellos es cómo sacar partido económico durante todo el año a algo tan propio y tan universal como el flamenco.

La semana que viene se celebrará en el Ayuntamiento el debate sobre el estado de la ciudad. Parece que aún quedan ganas después del pleno del jueves, que casi entra en el libro Guinness de los récords por lo que duró. Sería interesante que esas horas (dos, tres, doscientas...) se empleasen en sacar conclusiones en positivo, con críticas constructivas, acerca de cómo variar el rumbo y aprovechar las numerosas posibilidades que tiene una ciudad como Jerez, en lugar de lo que previsiblemente será un cruce de reproches entre rivales políticos irreconciliables. Porque a Jerez le pasa como al flamenco, que es una ciudad atractiva, alegre, con historia, con arte, con mucho potencial, con grandes talentos... Pero le falta desterrar complejos, envidias, y convertir todo ello en herramientas para su crecimiento. Dicho de otra forma: la filosofía original, auténtica, del Festival aplicada todo el año, a todo, en una ciudad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios