A rienda suelta

David Fernández / Dfernandez@diariodejerez.com

El labio roto

SUENA el móvil. El cirujano plástico está de guardia y localizado, pero no quiere moverse del sofá de su casa. Una mujer de 78 años tiene el labio colgando tras haber caído al suelo, le informan desde el hospital. ¿Por qué no se lo coséis con puntos de aproximación y le dais cita mañana, que la atiendo en mi consulta? El enfermero accede, hubo suerte. El cirujano respira hondo y se zampa la cerveza que quedaba en su jarra dispuesto a ver la segunda parte del partido del siglo. Total, que a una vieja le quede el labio algo torcidoý, piensa. Otra cerveza y el partido entra en su recta final. Pitan falta y vuelve a sonar el móvil: un ucraniano de doscientos centímetros ha llegado a Urgencias con los dedos de su mano derecha cortados limpiamente por una sierra eléctrica. Debe entrar en quirófano ya. El cirujano tiene que intervenir. En el hospital se cruza con una señora a la que le han cosido el labio y cree reconocerla: ¡Pero si es mi madre! No, no lo era, por fortuna para él, pero es lo que deseó el enfermero que le cosió el labio.

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