Editorial

Una ley ineficaz para atajar la violencia

EESPAÑA sufrió el pasado martes la mayor conmoción en la ya larga historia de la violencia machista con la muerte, en un mismo día, de cuatro mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. Laura, de 22 años; María Victoria, de 49; Virma, de 45, y María José, de 55, pasan a engrosar así la horrenda nómina de mujeres asesinadas, que en 2008 asciende ya a 14 y a las que quizás haya que sumar otros tres casos que aún están bajo investigación policial. Pero es que ayer mismo, con la sociedad aún inmersa en plena consternación y resonando todavía el eco de las condenas en todo el país por los crímenes, dos mujeres eran apuñaladas por su pareja en Mallorca y Galicia y ambas se encuentran en estado muy grave. Y es obligatorio reparar en esas cifras, por frías que parezcan, pues no lo son: 2008 no ha hecho más que empezar. Si no se pone freno de una vez por todas a este sangriento fenómeno, los números a la hora del balance anual pueden ser aterradores. La brutalidad de los hechos fue tal que, como no podía ser menos, irrumpieron en la campaña electoral, acuñándose incluso la expresión de "terrorismo doméstico". Pero por encima del debate político se impone una reflexión que arroja conclusiones indiscutibles una vez que se analizan con detenimiento las características de los asesinatos: la ley contra la violencia de género -y en Andalucía contamos con una aprobada por el Parlamento a finales de la pasada legislatura- necesita una profunda revisión , toda vez que ha quedado demostrada su ineficacia tras los hechos del pasado martes, de manera muy especial en lo tocante a las órdenes de alejamiento permanentemente incumplidas por los agresores. A la par, es precisa una inversión en medios policiales y judiciales, educativos y culturales que conduzcan a la erradicación, con firmeza, de esta lacra y sus protagonistas, que sólo merecen _-condena aparte- el desprestigio y el aislamiento de toda la sociedad. El Gobierno que salga de las urnas el 9-M tiene en ello uno de sus principales retos.

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