Para qué engañarnos, lo único ambientado en Jerez durante la época estival, es la zona que va, en horario nocturno, desde la plaza Plateros hasta la plaza del Arenal y poco más. La calle Larga tiene algo de ambiente, pero a medida que nos vamos acercando a la Rotonda de los Casinos, la ciudad se ve más triste que una canción de Antonio Machín.

No es nada nuevo. Quiero decir que en verano y en invierno no destaca Jerez por ser una urbe en la que bulla la movida, la gente y el mogollón. Para eso tiene que ser Feria o Semana Santa (¿de dónde saldrá tanta gente, si luego un sábado las 10 de la noche no hay un alma por la calle?)

Para más inri, dos negocios abren en la plaza del Arenal y la delegación correspondiente les pone un precinto por no tener la licencia de apertura. No voy a juzgar si está bien o no, o que no parece de recibo es que para un permiso de apertura el trámite se alargue meses, con el subsiguiente perjuicio que ello ocasiona a la empresa, a los empleados y, por ende, al público. Tampoco debe permitirse que un local abra sin todo en regla, pero es normal que el empresario se subleve. Otra cosa es que pueda hacerlo.

Y en cuanto al ZAS, que ha sido de toda la vida, una marca de mantequilla, pues qué quieren que les diga: los vecinos tienen todo el derecho al descanso y los bares todo el de trabajar, ganar dinero y dar dinero a la gente. ¿Dónde está la línea que separa una cosa de la otra? Complicado asunto. Lo que sí parece claro es que nada de esta polémica le ha venido bien al ambiente de una ciudad, por demás, bastante aburrida, con los pocos cines que quedan en la quinta puñeta y un centro que languidece en cuanto cae la noche.

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