Tremenda cuenta atrás la que vive el fútbol en general y todo un país en particular. Cuenta atrás que rinde a la una y media de esta madrugada de miércoles en la capital de Ecuador. Nada menos que se juega un campeón del mundo la posibilidad de cumplir con su obligación de estar en un Mundial. Y ese campeón del mundo es el equipo de un país que vive por y para el fútbol y que lleva hasta las últimas consecuencias un fracaso.

Argentina vive sin vivir en sí misma ante la posibilidad de repetir aquel drama que fue no estar en México 70. El empate sin goles como local del pasado viernes con Perú fue la gota que colmó el ya colmado vaso de un pueblo que mira a su combinado patrio como si fuese el obligado a defender las fronteras. Y ahora se ve cómo Quito es el rodeo donde jugarse la vida, donde el argentino se juega mucho más que la dignidad y que las ganas de seguir viviendo, incluso.

El fútbol es tan trascendente en Argentina que resulta impensable qué pasaría si esta próxima madrugada, Messi y compañía no visan el pasaporte para Rusia 2018. Pero es que ni siquiera ganando tiene segura su participación en el Mundial próximo. Chilenos, peruanos, colombianos... y Brasil tienen en sus botas hacerle la puñeta a los argentinos. Y luego le quedaría la posibilidad de entrar en la repesca en un ominoso turno eliminatorio con Nueva Zelanda ya en noviembre.

Y, lógicamente, el país entero le reza a Messi. Pero Messi, nadie sabe por qué, no resulta tan milagrero en la albiceleste como lo es vestido de azulgrana. La comparación con Maradona le persigue como un estigma y aquel recuerdo gozoso de México 86 lo tienen los argentinos tan grabados en el alma que no dejan de restregárselo por la cara. Esta noche, el mundo en vela, que a partir de la una y media, ya recién estrenado el miércoles, empezará a saberse si en Argentina se vive una tragedia.