E L victimismo sustenta el fondo de las ideologías nacionalistas. Por eso, la decisión que hoy adopte el Tribunal Superior de Justicia vasco sobre el juicio a Juan José Ibarretxe tendrá una enorme trascendencia sobre el desarrollo de la campaña electoral en el País Vasco. La defensa del lehendakari solicitó hasta en seis ocasiones la suspensión del juicio que debe sentenciar si hubo delito en las reuniones que este dirigente del PNV y otros del PSOE mantuvieron con representantes de la ilegalizada Batasuna el 19 de abril de 2006, en plena tregua de la banda terrorista ETA. La defensa se basó en tres argumentos: que no hay delito de desobediencia porque ningún juez prohibió la reunión, que el poder ejecutivo está legitimado para ejercer políticas tendentes a buscar la paz y que, según la doctrina de la Sala de lo Penal del Supremo, no cabe juicio si la acusación sólo es ejercida de modo popular como es el caso, que procede de una querella interpuesta por el Foro de Ermua y Dignidad y Justicia. Son básicamente las mismas razones que han aportado las defensas de los socialistas Patxi López y Leopoldo Ares, también encausados junto a cinco líderes de la organización ilegalizada. También los de la Fiscalía. Sin embargo, Ibarretxe, que previamente había convocado las elecciones autonómicas el 1 de marzo para hacerlas coincidir con las gallegas, y así dividir el esfuerzo de los partidos nacionales, cambió de estrategia y solicitó, a través de su abogado, la celebración del juicio. Las fotos del lehendakari sentado en el banquillo de los acusados por un caso sobre el que se ciernen muchas dudas jurídicas está siendo presentado ante la sociedad vasca como un ataque político al autogobierno del País Vasco, de ahí el cambio de rumbo de la defensa de Juan José Ibarretxe. El tribunal debe de atender a las razones que le está aportando la Fiscalía, que son jurídicas y no políticas, y aunque estas últimas no son materia de competencia de los jueces, no cabe duda de que el juicio supondría para el PNVel mejor escenario para desarrollar su campaña electoral, un aspecto que sí se han considerado en otros casos.

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