Bernardo / Palomo

Con lo mejor de la pintura moderna

Diario de las Artes

HA sido un encuentro demasiado rápido - fugaz porque la duración de las exposiciones en esta sala es excesivamente corta -, pero lo suficiente como para pensar que estamos ante una artista con muchos mimbres, con un bagaje artístico poderoso en el que tiene cabida un extenso patrimonio técnico y, sobre todo, una fuerte capacidad creativa, esa que no se aprende en las escuelas de Bellas Artes y que se acerca más a la esencia de lo puramente artístico. Rosa Mackinlay no ha pasado de puntillas por el universo expositivo de Jerez, quizás sí demasiado rápido, pero ha dejado constancia de una suficiencia pictórica y de un saber tremendamente considerables. Su muestra en la Sala Tío Pepe ha servido para encontrarnos con una pintora dominadora, que sabe lo que hace y con una obra que expande el difícil aroma de la pintura de verdad.

Ella es una joven artista portuense, pertrechada tras un poder creativo grande, una acertada estructura compositiva y un desarrollo pictórico sin resquicios donde se resguarda una pintura llena de elementos materiales, portadora de una plástica hacia delante, donde no se esconden falsos subterfugios enmascaradores de la nada. Todo lo contrario. Hemos asistido a toda una lección de buena pintura. Tras cada uno de los muchos elementos faunísticos - en su obra lo de menos es el motivo - se adivinaba un compromiso estético perfectamente sustentado desde una pincelada exacta, extrema y apasionada, así como un riguroso aporte representativo que no era nada más que un mero accidente figurativo. En su obra había mucho más que los simples elementos ilustrativos de una realidad a la que ella desposeía de toda desvirtuación para acentuar solamente los valores expresivos. Y por ahí transcurre la realidad artística de Rosa Mackinlay, por las coordenadas de una expresividad apabullante que deja en suspenso el motivo representado para fijar las posiciones de la más pura esencia expresiva.

Rosa Mackinlay juega con la realidad, la somete a un mero criterio pictórico para que aquella desencadene toda su naturaleza plástica. Por la obra de esta artista pasa un perfecto hilo conductor en el que fondo y forma están perfectamente acompasados. Ésta, mucho más intensa y extrema, para estructurar una realidad que asume todas las circunstancias de una plástica que la autora domina con pulcritud y sabia medida.

Ha sido el feliz encuentro - escaso pero intenso - con una obra joven, pero madura que deja traslucir un universo pictórico abierto donde puede tener cabida lo mejor de una pintura moderna muy necesitada.

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