La tribuna

Antonio Fernández

Más miedo da el miedo

NADA me horroriza más que el miedo y a nada debe temerse tanto como al miedo; de tal modo sobrepuja en consecuencias terribles a todos los demás accidentes", sostenía el filósofo renacentista francés Michel de Montaigne. No me resisto a añadir otra cita, ésta del historiador romano Tito Livio, para subrayar que "el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son". Me parecen dos avisos a tener en cuenta en situaciones de tribulación como la actual. No sea que la desconfianza, en gran medida hija del desconocimiento, nos arrastre más allá de donde la realidad empuja. Sabido es que la cautela es básica para la supervivencia, pero también que su exceso deviene patología.

Lo mismo que en tiempos de bonaza hay quienes sólo ven los datos positivos, en los momentos de inquietud únicamente perciben los trazos más sombríos de la realidad. Tan perjudicial me parece una actitud como la otra para enfrentarse a la vida, que también es -no lo olvidemos- afán de superación ante las dificultades. Perjudiciales ambas porque un mal diagnóstico basado en datos erróneos impide acertar en el tratamiento. Voy a referirme aquí al paro en Andalucía, cuyos datos no pueden ser calificados más que como preocupantes y se deben a la crisis financiera mundial y al pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Eso lo sabe todo el mundo porque en los últimos meses la ciudadanía ha tenido que hacer un curso acelerado de economía política.

Lo que no podemos perder de vista, salvo que nos dejemos arrastrar por el miedo o nos queramos engañar, es que Andalucía resiste el temporal bastante mejor que otras economías y que las cifras del paro, con ser negativas, no justifican la sensación de derrumbe que se ha instalado en algunos sectores sociales y que determinados partidos explotan irresponsablemente aún a riesgo de agravar la situación. A los datos me remito: algo más de 683.000 personas figuran aquí como demandantes de empleo. La cifra se eleva 704.600 según la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre. Esto supone 240.000 demandantes de empleo más que el año pasado.

Como todo el mundo sabe, el paro es el resultado de la resta entre los empleos creados y las personas que alcanzan la edad laboral o que en un momento dado deciden ejercer su derecho a trabajar, como ha ocurrido aquí mayoritariamente con las mujeres en los últimos años. En definitiva, se trata de casar la oferta y la demanda. Pues bien, el desfase que hemos tenido este año en Andalucía a la hora de encajar esas dos variables es de 240.000 personas, de las que 152.000 no son fruto de la crisis, sino las que se han ido incorporando por primera vez al mercado laboral. Me parece significativo que 115.100 de esos 152.000 nuevos activos sean mujeres porque evidencia un síntoma de igualdad en el mundo laboral. El mayor incremento se produce entre las mujeres de 35 a 44 años de edad. El resultado es la destrucción real de empleo ha sido de 88.400 puestos.

A este respecto hay un dato esclarecedor: para disminuir el paro, Andalucía hubiese tenido que crear este año más 152.000 empleos, número de nuevos activos incorporados al mercado laboral. Ese efecto -una riqueza fruto de la juventud la nuestra pirámide de población- no tiene parangón en ningún otro país del entorno ni en ninguna otra comunidad autónoma. Por ejemplo, Alemania hubiese reducido su paro este año a partir de la creación de 80.000 puestos de trabajo y Portugal, a partir de 42.000. Nuestro incremento de población activa es superior al de países como Austria, Bélgica, Alemania, Finlandia, Grecia, Irlanda, Noruega, Suecia o Eslovaquia. La población activa andaluza ha aumentado un 4,12%, frente al 2,88% de España.

Además, Andalucía está por debajo de la media de España en destrucción de empleo. Entre noviembre del 2007 y noviembre del 2008, el paro aumentó en Andalucía un 39,14%, frente al 42,72 de la media española. Peores resultados han obtenido Murcia, Aragón, Valencia, Cataluña, Cantabria, Castilla-La Mancha, La Rioja, Baleares, Navarra, Madrid y Canarias. Tres de cada cuatro nuevos parados en Andalucía proceden de la construcción y los servicios y cuentan en su inmensa mayoría con la protección del desempleo y, en un número importante de los que viven en el medio rural, encuentran trabajo en las temporadas agrícolas. ¿Nos consuelan esos datos? No, en absoluto. Son un acicate porque permiten mantener viva la ilusión por el futuro.

El rechazo del miedo no es la única base para la confianza, sino el conocimiento de la realidad, los recursos dispuestos para afrontar la situación y un buen sistema de protección para los desempleados. El Gobierno central ha aprobado varias iniciativas de apoyo a familias y empresas, a favor del empleo, el sistema financiero y la modernización de la economía. El año que viene habrá 33.000 millones de euros en inversión para hacer frente a la crisis desde el sector público, la mayor movilización de recursos de la historia de nuestra democracia, como ha dicho Zapatero, que aportará 1.400 millones de euros a los ayuntamientos andaluces. La Consejería que dirijo dispone para 2009 de 1.272 millones para políticas contra el desempleo y mejorar la calidad del empleo existente. Además, la Junta de Andalucía destina 360 millones que permitirán incrementar las acciones que habían sido adoptadas con anterioridad por el Gobierno Andaluz para la lucha contra la crisis económica. Todas esas razones me avalan para terminar con una sentencia inglesa que dice "nunca tengas miedo del día que no has visto".

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