La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La moción de Pedro Sánchez

Sánchez espera que le den sus votos los separatistas y el PNV sin ofrecerles nada a cambio: o es falso o es imposible

Lo bueno de la moción de censura presentada por Pedro Sánchez contra un Mariano Rajoy agonizante es que puede ganarla. Lo malo de esa moción es también que la gane. Bueno y malo para Sánchez y para el PSOE. Paradoja se llama esto.

Pedro, que lidera el que aún es segundo partido de la nación, no podía desaprovechar la ocasión que se le ha deparado ante un PP tan devorado por la corrupción y un Rajoy tan cercado y falto de credibilidad que ni la mejora económica ni la estabilidad proporcionada por el PNV -a precio de oro- le servirán para frenar un ocaso que, en realidad, ya sólo depende de que Ciudadanos no cometa errores, o no siga cometiéndolos. Ni su acreditada capacidad de resistencia ni su naturaleza de superviviente nato le alcanzan para este milagro.

A Sánchez se le ha presentado la virgen en forma de sentencia de la Audiencia Nacional. Le ha permitido volver a la casilla de salida: ocupar el Palacio de la Moncloa sin ganar en las urnas. Lo que intentó tras las elecciones de 2015, cuando pactó con Ciudadanos y trató de sumar también a Podemos, que le respondió con un chantaje altanero. Ahora los podemitas se le han entregado sin condiciones, pero es Ciudadanos el que subordina su apoyo a que la moción de censura sea puramente instrumental. Sólo para apear del poder al PP y convocar las elecciones generales que Rajoy descarta. Ni un minuto más.

Así la cosas, veo a Sánchez muy capaz, por la mezcla explosiva de ceguera y ambición, de juntar sus 84 votos -el peor resultado del PSOE en democracia- con los populistas de Podemos, los separatistas xenófobos de Puigdemont-Torras, los separatistas "pragmáticos" de ERC y los herederos de Batasuna para ser presidente del Gobierno construyendo la ficción de que no va a ofrecerles nada a cambio y no va a mermar la España constitucional. Esa ficción, o es falsa o es imposible. Y de todos modos, aún necesitaría el respaldo del PNV, que ya ha adelantado sus condiciones: avanzar en el autogobierno (léase, autodeterminación) de País Vasco y Cataluña. Otra vez la estabilidad de España en manos del nacionalismo vasco.

La primera vez que Pedro persiguió este sueño por este camino el PSOE más solvente empezó a rebelarse contra él, y aquello acabó como acabó. Quizás por eso en esta ocasión registró la moción de censura una hora antes de reunir a la ejecutiva que debía acordarla. Hechos consumados.

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