TIENE QUE LLOVER

Antonio Reyes

Y al octavo día…

QUE digo yo, que al ritmo que vamos se impone con urgencia una revisión del relato bíblico de la creación del ser humano descrita en el Génesis. Porque, si ya antes resultaba difícil de imaginar, ahora, con tantas mujeres ministras, con leyes que garantizan la igualdad, con una ministra específica del ramo y con la importancia creciente del papel de la mujer, cualquiera se cree que Eva fuera moldeada de una costilla de Adán.

La verdad es que uno, especialmente en lo relativo al papel público de la mujer, nada tiene que objetar contra el tsunami de igualdad en el que estamos inmersos. Siempre he sospechado, no sé si por intuición o por envidia, que la mujer era superior al hombre, por su capacidad de sufrir, de amar, de trabajar, de gestionar. Así que a ser coherente toca.

De todo lo visto hasta ahora, y que las feministas me perdonen la frivolidad, lo que más me ha gustado, y con diferencia, es el nombramiento de Carme Chacón como ministra de Defensa. No sólo por el hecho de que una mujer mande en la parcela más restringida al mundo varonil, el ejército, sino, sobre todo, porque está embarazada. La ministra, con su bambito premamá, su barriguita pronunciada, pasando revista a un escuadrón y poniendo firme al símbolo por excelencia de la hombría hispana, es un gusto para los sentidos. Me la imagino, que la imaginación es libre, en una reunión de esas del Alto Estado Mayor, rodeada de generales con millones de condecoraciones en sus pecheras, y ella pidiendo un receso para sacar de la suya, de su pechera me refiero, un poco de alimento para su bebé que llora en una habitación contigua. Nada más tierno y más representativo del cambio que vivimos.

Ahora bien, no nos llamemos a engaños. Queda mucho por avanzar. Si el cambio en las instituciones públicas ha comenzado en algunas parcelas, otra cosa bien distinta es el ámbito de lo privado. En la vida familiar se precisa una revolución en los patrones o modelos que articule en el día a día las conquistas públicas alcanzadas. Eso sólo se logra con la educación. En las instituciones privadas, el acceso de la mujer a los puestos de responsabilidad en las empresas, en los grandes medios de comunicación, en la Iglesia, en las Academias, etc. sigue siendo una quimera. ¿Cuántas mujeres dirigen periódicos o televisiones, presiden alguna Academia o los Consejos de Administración de los Bancos o de las grandes empresas? ¿Se imaginan a una dama embarazada presidiendo, en lugar de una reunión del Alto Mando del Ejército, pongamos por caso, un cónclave de la Conferencia Episcopal?

A mis años sólo deseo a una jubilación pronta y tranquila, y a que sigan los cambios y las rumbas, y albergo la esperanza, antes del definitivo descanso, de ver a Botín o a Rouco, un "poné", sustituidos en sus puestos por una mujer, preñada a ser posible. ¡Ah!, y lo digo sin acritud, desde luego aspiro a no tener que afiliarme a una asociación de damnificados por este bendito tsunami de la igualdad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios