Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

El olvido que serán

Parece que Chaves y Griñán hayan cambiado el "terror del olvido" por el terror de recordar demasiado bien

Pareciera que los ex presidentes de la Junta Manuel Chaves y José Antonio Griñán se hubiesen citado entre ellos, en un receso del juicio de la trama política de los ERE, como una frase salvavidas, el título de la ya célebre novela del colombiano Héctor Abad Faciolince El olvido que seremos. Quién sabe si a modo de estrategia, expresando un deseo, convencidos de que lo mejor para ambos sea que de aquí a poco nadie se acuerde de ellos, que ni siquiera los mencionen y no hablen de ninguno sea que lo que sea lo que hicieron o dejaron de hacer. Y parece que lo van consiguiendo: de momento salen del escenario, porque el tribunal ha decidido que no tienen por qué estar presentes en la sala mientras declaran los cerca de 150 testigos y una docena de peritos. Volverán dentro de unos meses.

No habrá pues más focos ni flashes sobre ellos en todo ese tiempo. Puede que arrecie la borrasca -y según cada cual, pues donde unos ven un aguacero otros apenas un sirimiri-, pero ellos ya intentan con su traje de neopreno que no les cale la mancha de humedad del recuerdo. Han optado por olvidar. Aquí no hay memoria histórica que valga. No hay nada histórico en los ERE, más bien un sainete. Pero nada barato. Su producción ha salido por un pico. ¿Cuánto? Ni Chaves ni Griñán estaban para eso. Andan desmemoriados. Alegan en su favor que hasta desinformados, como si no coscarse fuera un atenuante (o una condición para llegar a presidir el Gobierno de la Junta). Pareciera que no hay nada que remover en esas fosas de ayudas y subvenciones que llegaron incluso a difuntos. Se impone la amnesia, personal y colectiva. Ellos han dado un paso importante con la primera en sus respectivas declaraciones durante la vista. Tirando de Elogio del olvido, el ensayo de David Rieff sobre las paradojas de la memoria histórica, puede decirse que Ch&G han cambiado el "terror del olvido" por el terror de recordar demasiado bien, con demasiada nitidez. En cuanto a la segunda, es de suponer que prefieren que los demás también lo olviden todo esperando ambos a mantener, como ha dejado escrito George Steiner de la mayoría de los hombres, "su polvorienta supervivencia en las guías telefónicas viejas".

Pero en esta era digital esos tochos han quedado ya para hacer confeti y papelillos. Y aquí no hay ninguna fiesta ni juerga que celebrar. Ahora, al otro lado del móvil lo que se oye es: "El número marcado no existe". Y así con los ERE.

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