La orientación vocacional de un alumno empieza en primaria, justo cuando se realiza la transición de primaria a secundaria.

Es entonces, cuando se les empieza a informar sobre las alternativas académicas que se les presentan a lo largo de la nueva etapa. En los dos primeros cursos de la ESO el abanico de optativas, aunque reducido, existe, por lo que es importante no dejar pasar la ocasión para guiar a los estudiantes y familias.

Es en tercero y cuarto cuando más esfuerzo se realiza para que la orientación cumpla los objetivos propuestos.

Normalmente, y a lo largo del curso, los tutores ayudarán a los alumnos para que mediante cuestionarios y entrevistas lleguen a conocer sus aptitudes e intereses. Charlas informativas, mesas redondas y materiales diversos como cuadernillos de orientación, programas informáticos, etc. son el preludio de la parte del proceso más importante: la búsqueda activa del alumno. Lo que hace que una orientación sea eficaz es que el propio interesado sea protagonista del asunto, así que este es un objetivo irrenunciable.

Entrevistas con la tutoría y Departamento de Orientación son elementos clave para llegar a una toma de decisiones. Finalmente, los padres tienen que tener el mismo nivel de información que sus hijos para poder ayudarles, por tanto un encuentro con ellos facilitará el diálogo.

No menos importante, dada la gran cantidad de información que existe en libros, revistas, sitios web, etc., es trabajar para que nuestros pupilos sepan seleccionar lo que les interesa.

El documento que se entrega en el último curso de la etapa y que conocemos como consejo orientador, refleja lo que el equipo educativo considera que se adapta más a las circunstancias de cada alumno. Sin ser prescriptivo, es el espaldarazo a un proceso orientativo largo, complejo y a veces, imperfecto.