En tránsito

Eduardo Jordá

El oso del rey Favila

YO tenía un tío lejano que alguna vez se propuso ser escritor y escribir grandes novelas y llegar a ser reconocido en todo el mundo, pero al final de su vida, desengañado y amargado, acabó escribiendo una monumental Historia de los reyes godos que se vendía en cuatro volúmenes encuadernados en piel y que me temo que casi nadie compró, ni siquiera por misericordia. Mi abuelo tenía esa historia, con una dedicatoria autógrafa del autor ("A mi querido cuñado, etc, etc"), y yo a veces la abría y la leía, sobre todo en las tardes aburridas de invierno. Uno de los capítulos de aquella obra estaba dedicado al rey Favila, un tipo que en seguida me cayó simpático. "Se saben pocas cosas del rey Favila -decía el libro-, y lo único que parece cierto es que murió devorado por un oso".

¿Qué dirán los libros de Historia del futuro, si es que existen, acerca de estos tiempos que nos han tocado vivir? Es difícil imaginarlo. De los visigodos apenas se sabía nada, y aun así mi tío logró llenar cuatro volúmenes encuadernados en piel. Pero de los tiempos actuales se sabe todo y al mismo tiempo no se sabe nada. ¿Dirán las enciclopedias que vivíamos en una época en las que todos los directivos de un banco tenían que llevar una horrible corbata de color rojo, como si fueran miembros de la secta Moon o socios de un club de chiflados? ¿Dirán que los padres estaban aterrorizados de sus hijos, y los maestros de sus alumnos, y los sabios de los ignorantes, y los listos de los tontos? ¿Dirán que tuvimos un Gobierno dirigido por un ilusionista al estilo de Houdini, especializado en escaparse de los baúles en los que él mismo se metía, atado de pies y manos con grilletes y cadenas? ¿Dirán que los políticos huyeron un buen día porque ya no sabían qué hacer? ¿O dirán que fuimos felices y vivimos tiempos prósperos y tranquilos, o más bien que vivimos una época de desconcierto e incertidumbre? ¿O dirán que no ha habido una sola época histórica que no haya sido una época de desconcierto e incertidumbre? ¿Y llegarán a decir que hubo un periodo del que no hubo nada que relatar, pues no ocurrió nada digno de ser recordado, ni siquiera que un presidente del Gobierno o un jefe de la oposición fueran devorados por un oso?

Cuando veo las noticias y escucho las tertulias, cuando leo las opiniones, cuando repaso los pronósticos, me pregunto qué pensarán de nosotros en el futuro, si es que hay alguien que tiene el menor interés por saber lo que había ocurrido cien años atrás (y si es que todavía hay vida en este planeta). No sé. Es simple curiosidad por saber si todo este griterío y todo este barullo servirán para algo. O si todo esto caerá muy pronto en el olvido, esa fiera que siempre es más voraz que aquel oso que fue capaz de comerse a un rey.

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