A rienda suelta

Ángel Espejo

Mi palo y yo

En mis tiempos de estudiante tenía un palo de escoba escondido bajo el sofá que hacía las veces de mando a distancia. A precios módicos, había conseguido agenciarme un televisor de segunda mano que hacía el apaño. Mi rudimentario palo y yo nos bastábamos para cambiar de canal, apagar la luz y hasta rascarme la espalda. En mis tiempos de currante, los de ahora, en lugar de aquel destartalado televisor, el salón de la casa lo preside una pantalla plana de no sé cuantas pulgadas y mando a distancia extra plano con más funciones que el Villamarta y en el que rara vez no la cagas si te equivocas de botón. El otro día se le fue la pila, también extraplana, lo que significa que cuesta un riñón reemplazarla. Tuve que comprar un TDT aparte por lo del apagón analógico, luego al enredo de cables se une otro mando, y otro más si contamos el del DVD, y aún otro del equipo de música y el que enciende y apaga las luces... Con lo feliz que era yo con mi palo.

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