Le cuenta un buen amigo que sus hijos pensaban, hasta hace dos semanas, que las papas crecían en las estanterías del Mercadona. Los llevó a una matanza, en Mesas de Asta, donde los niños disfrutaron como cochinos en el barro, no así tanto el pobre marrano que ya (dicen que muchos de sus órganos vitales pueden emplearse en los seres humanos entre otras semejanzas) se las veía venir, a pesar de la presunta natural bondad de los niños. Quizá sea una buena idea, en esta época de niños 'descastados', como dice mi tía Carmen la del pueblo, y de playstation, que los chaveas se den una vuelta por el campo, por una granja o un sembrado, aunque pocos quedan ya con las OCM, y sepan qué es un cochino, una lechuga y, que sé yo, porque estamos en Jerez, que el vino sale de una cosa que se llama uva. Lo que temo es que a cualquier sesudo político o a uno de sus asesores se le puede ocurrir lo mismo e incluye las clases camperas en un próximo plan educativo, creándole otro problema a las criaturas que bastante tienen con PISA.