la liga de los 18 pariasOjalá el fútbol jamás sea una ciencia exacta

ASOMA otra edición del Campeonato Nacional de Liga, ese todos contra todos a doble vuelta que vertebra el mundo del fútbol, esa competición que supone el pan de casa para los clubes. Flota en el ambiente una expectación especial, hay coincidencia general en que la Liga española, la denominada Liga BBVA, puede haber recuperado su hegemonía, perdida las últimas temporadas en favor de la Premier League.

Esta sensación reposa sobre un sustrato deportivo y otro que trasciende al juego. El primero nos recuerda el inolvidable año de fútbol que nos brindó el Barcelona de Guardiola, coronado con la final de Roma en la que destronó al Manchester United; la máquina azulgrana es la gran referencia del fútbol actual, es la que marca los pasos a seguir. El sustrato extradeportivo lo ha provocado la paletada de millones del Real Madrid para responder a ese rutilante Barça. Nada menos que 250 millones de euros se ha gastado Florentino Pérez para que el mundo gire los focos del Camp Nou al Santiago Bernabéu. Y si el Barça arrebató el cetro al Manchester en la última final de la Champions, el Madrid ha arrebatado a los Diablos Rojos su gran icono, Cristiano Ronaldo. Previo pago, eso sí, de una cifra que levantó todo tipos de debates, incluso morales: ¿Cómo se puede pagar 96 millones de euros por la ficha de un futbolista, sueldo aparte?

Florentino ha lanzado un órdago. Se lo juega al todo o nada. Y ha invertido en un verano lo previsto para varios. Piensa que para dar la vuelta a la tortilla hay que hacerlo de una vez, de un golpe seco, y no de forma gradual. De ahí los 65 millones por Kaká, los 35 por Benzema, 30 por Xabi Alonso, 15 por Albiol, 4 por Arbeloa y otros 4 por repescar a Granero. Muchos piensan que tamaña inversión no se rentabiliza a corto plazo por muchas camisetas que se vendan y muchos amistosos que se jueguen en Qatar o Japón, y que si el Barça aguanta la embestida, el hundimiento blanco llegará por su propio peso, que es enorme.

Laporta no está muy seguro de que el Real Madrid se estrelle, y por si acaso se ha gastado nada menos que 46 millones más Eto'o (valorado en 20) por Zlatan Ibrahimovic, un traspaso que supone el tercero más caro de la historia por detrás del de CR9 (96 milones) y el de Zidane (76). Y eso también pesa.

De momento, ese brutal peso específico de los dos colosos contrasta con el gasto, más contenido, de los demás. Los equipos alternativos, Sevilla, Atlético, Valencia y Villarreal, se asemejan a ese grupo de ciclistas que, incapaces de perseguir a los dos escapados, se miran entre ellos y se estudian para jugarse el tercer y cuarto puestos al sprint. Están en otra guerra. Tal es la fractura que este campeonato puede denominarse el de los 18 parias.

Para no herir susceptibilidades, mejor un vistazo al diccionario de la Real Academia de la Lengua: un paria es "una persona excluida de las ventajas de que gozan las demás, e incluso de su trato, por ser considerada inferior". Y eso deben sentirse, unos auténticos parias, los 18 equipos la Liga BBVA que no son el Barcelona ni el Real Madrid. No hay más que ver la novedosa oferta televisiva, en la que el gran gancho es asegurar que cada jornada se televisará al Real Madrid o al Barcelona. Otro reflejo del decorado con que amenaza esta Liga clasista como ninguna: las portadas de los diarios deportivos de la capital, para los que el mundo gira alrededor de la galaxia blanca incluso si un hombre corre 100 metros en 9,58 segundos, y el contrapunto de sus colegas catalanes, para los que hasta la muerte de Jarque fue incapaz de robar protagonismo al Barça cuando la tragedia cayó como plomo fundido sobre el fútbol español.

Es lo que hay. Los técnicos de esos 18 parias se resignan y coinciden en su analisis: sí, habrá dos Ligas en una. Si ya la hubo el año pasado, más razón para que la tendencia se agudice vistos los refuerzos de unos y otros.

En la primera Liga, la de los nobles, el Barça cuenta con una ventaja impagable sobre su rival: Guardiola no debe ensamblar las piezas ni inculcar el manual, ya se lo saben de pe a pa y lo recitan. Bien que lo hicieron en los primeros partidos oficiales de la temporada, los de la Supercopa de España ante el Athletic.

El Real Madrid, sin embargo, tiene que modelar un equipo con la materia prima de primerísima calidad que ha comprado en lo más granado del mercado. En ello está un entrenador poco mediático, que llegó avalado por Valdano y rodeado de miradas escépticas debido a su currículum. ¿Está este hombre de perfil reflexivo y mesurado capacitado para llevar ese vestuario de mayúsculos egos? Manuel Pellegrini sabe que su crédito no está a la altura de entrenadores más de consenso, léase Rafa Benítez o Arsene Wenger, y que se le pedirán resultados con celeridad. Tiene personalidad y aptitud, como demostró en Villarreal con Riquelme, pero la presión que tendrá que soportar, con ese rival tan cualificado y esa final de la Champions en el Bernabéu, le es desconocida. Si la supera y ensambla al equipo, el Barça se tendrá que poner las pilas.

Aunque en menor medida que Pellegrini, Guardiola también se examina de esa peliaguda asignatura que siempre es acoplar estrellas. Ibrahimovic no es Eto'o, no defiende ni trabaja como el camerunés, ni tiene su fútbol explosivo, aunque sea más potente, genial y técnico. Sí comparte con el africano su capacidad goleadora... y su carácter rebelde, luego el técnico de Santpedor tendrá que hilar fino para que su juguete no se atasque cuando el sueco entre en acción.

¿Y la Liga de los parias? Pues en ella también se adivina un escalón, el de los cuatro aspirantes a los dos últimos puesto de Champions (Sevilla, Atlético, Villarreal y Valencia) y el resto. Entre estos cuatro, el que más se ha reforzado es el Sevilla, que tratará de repetir, al menos, el tercer puesto de la campaña pasada. Ha invertido unos 28 millones en el delantero Negredo, el centrocampista Zokora y el defensa Sergio Sánchez. Además, mantiene su columna vertebral con Palop, los centrales franceses, Jesús Navas y el dúo atacante Luis Fabiano-Kanoute.

El Atlético se ha apuntalado atrás con el portero Sergio Asenjo y el central Juanito, pero lo mejor que le ha podido pasar a Abel Resino es que mantiene a Forlán y Agüero, una delantera como pocas en el mundo.

El Villarreal, en cambio, sí que ha fichado para su juego de ataque. Nilmar es de esos jugadores vistosos que puede llamar mucho la atención en la Liga. Queda por ver si no se resiente de su grave lesión de rodilla. Valverde, de momento, ha retocado el dibujo de Pellegrini, ha sacrificado a un pivote y su paso adelante puede disparar a los amarillos... o hacerles descarrilar.

El Valencia, muy condicionado por sus luchas intestinas y sus problemas económicos, ha decidido aguantar a sus estrellas y jugársela esta temporada. Con Villa, Silva o Mata es más viable acabar entre los cuatro primeros, pero si no hay Champions, al presidente, Manuel Llorente, le va a doler la cabeza para cuadrar los números.

Habrá alguna revelación, como todos los años. Muchos miraban al Espanyol de Pochettino por el estímulo del nuevo estadio, pero está por ver cómo asimilan los periquitos el palo durísimo de Jarque. Por ahí andarán el Deportivo y, por qué no, el bien estructurado Málaga de Fernando Sanz, en el que Muñiz tratará de aprovechar la buena base que dejó Tapia. Un clásico que vuelve, el Zaragoza, reivindicará su sitio natural, entre los ocho o nueve mejores.

Otro de los ascendidos, el Xerez, se estrena en la máxima categoría. Ziganda ha dispuesto de poco tiempo para ensamblar sus piezas, que han llegado poco a poco. Pero por Jerez la ilusión lo puede todo. Los azulinos estarán, como el Almería de Hugo Sánchez, en este poblado grupo que mirará con inquietud hacia abajo, hacia ese descenso que, visto el panorama económico, puede resultar un agujero negro que se lo trague todo. La inversión ha sido austera, mínima. El que más haya afinado en la optimización de sus contados recursos huirá de la quema y podrá seguir disfrutando de esa Liga donde, ahora sí, militan la mayoría de los mejores jugadores del mundo.

EL fútbol, afortunadamente, no pertenece al grupo de las ciencias exactas. Existen innumerables variables que dotan a este deporte, al fin y al cabo un juego, de unas altas dotes de imprevisibilidad. Pero que nadie se equivoque, al final quienes disponen de más dinero para invertir en buenos futbolistas ganan muchísimo más que pierden. Ahí están los palmarés para demostrar que Barcelona y Real Madrid, Real Madrid y Barcelona, acaparan los títulos por mucho que otros equipos traten de buscarles las cosquillas.

Este año, más que nunca, no hay ninguna razón para que esa lógica no se imponga. El Barcelona está fuera de concurso, juega como casi ningún equipo lo hizo a lo largo de la historia. Es el favorito, superfavorito. El Real Madrid ha gastado (¿invertido?) hasta lo que no tiene en pos de subvertir la actual situación. Complicado lo tendrá si el Barcelona no se autoflagela.

Pero si lo tiene difícil ese Madrid de Cristiano, Kaká, Benzema, Xabi Alonso y los que ya estaban, qué se puede decir de los demás. En teoría, están para recoger las migajas, pero por qué no puede soñar el Sevilla con dar otro pasito adelante. De momento, es eso, un sueño, aunque dicen que soñar es gratis. Como pueden también hacerlo el Málaga, con igualar, al menos, el extraordinario ejercicio anterior; el Almería, en su afán de crecer poco a poco; y, sobre todo, ese Xerez que debe disfrutar de su estreno en Primera a pesar de su modestia. Bienvenida sea una Liga que vuelve a ser la Liga de las Estrellas.

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