Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

El plan de la Legión

La dieta de los legionarios incluirá hasta medidas coercitivas: la gordura puede suponer el despido

La Legión va a poner a dieta a sus caballeros legionarios y a sus... ¿cómo se les llama a las mujeres de la Legión? ¿Damas legionarias? Bueno, da igual, como sea. La Legión fue siempre muy de rebañar, de no dejar nada, ni una sobra, ni restos, todo limpio. Y ahora sus mandos han descubierto, con tanto exceso, una tendencia al sobrepeso en sus filas, más apretadas que prietas. Puede que la causa haya que buscarla justamente en la disciplina castrense, en la obediencia debida: tanta arenga en los discursos oficiales desde hace cuarenta años con que son el reflejo -Rajoy en sus transmisiones navideñas vía plasma les dice a los que están destacados en misiones en el extranjero que son "lo mejor"- de la sociedad española, que al final los soldados han mimetizado los hábitos gastronómicos de la mayoría de los ciudadanos, es decir predilección por la fritanga y la bollería. Así los militares iguales a los civiles.

Pero no, porque el problema surge cuando hay que dar el callo. El oficial al mando ordena una misión arriesgada al sargento Arencibia:

-Arensibia, va usted y me toma aquella loma. Elija a sus mejores hombres.

-A sus órdenes.

Y el sargento Arencibia mira y busca a sus mejores hombres y se encuentra con las talegas que lucen sus mejores hombres y deduce que esto ya no se parece ni por asomo a un cuerpo de élite.

Es un contratiempo grave. Y por eso los responsables de la Legión han puesto en marcha el Plan IMC (Índice de Masa Corporal), una dieta con medidas psicológicas, físicas, sanitarias y hasta coercitivas. No hay bromas: legionario Falete legionario al garete. Despedido. A buscarse las papas -nunca mejor dicho- a otro sitio.

Hay últimamente mucho celo con el rancho de los uniformados. Hace poco fue el tiberio por el papeo de los policías enviados a Cataluña y ahora la dieta light de los legionarios. El comidismo imperante no va a eximir a nadie. Tal como están las cosas, ya veo a algún avispado productor de televisión maquinando: "Si tenemos un Masterchef Vip y un Masterchef Junior, ¿por qué no hacer un Masterchef Army con los cocineros de los cuarteles? La guerra en los fogones está asegurada".

Ahora, después de tantos años, he entendido lo del desfile con la cabra a toda mecha y el batallón detrás. "Estos me hacen caldereta", rumiaría el bicho.

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