Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Entre paréntesis

Rafael Navas

El plató perfecto

ESTA semana comenzó con la ex alcaldesa Pilar Sánchez en prisión y terminó con el Tribunal Supremo citando a declarar a la también ex alcaldesa María José García-Pelayo. Entre una y otra ex alcaldesa, hemos visto al ex alcalde Pedro Pacheco sentado de nuevo en el banquillo de la Audiencia Provincial acusado de varios delitos -triste que esto ya no sea ni noticia- por la venta de la estación de autobuses. Visto para sentencia. Y como la sentencia sea condenatoria, a Pacheco se le va a alargar una pena que lo mantiene entre rejas desde octubre de 2014. La Fiscalía, por lo pronto, no ha aceptado más que rebajar de siete a seis los años que pide. Poco consuelo para él. Vaya semanita. ¿Qué hemos hecho para merecer esto en Jerez?

 

La actividad judicial que forma parte ya del paisaje de esta ciudad no termina ahí. Hasta la Banda Municipal de Música (cuánto se echa de menos y qué injusto trato dado a su ex director Francisco Orellana) ha acabado llevando a los tribunales al Ayuntamiento. No se salva nada ni casi nadie.

 

Lo poco que funcionaba hasta ahora está dejando de hacerlo. Estos días deberíamos tener llenos los hoteles con los entrenamientos de la Fórmula 1 en el circuito, que se han marchado este año bien lejos. Lo milagroso es que todavía tengamos Mundial de Motos después de cómo está la sociedad que gestiona el trazado. Y aún con los ecos del maravilloso 'Otello' de la semana pasada, el Teatro Villamarta sigue con un futuro incierto entre ocurrencia y ocurrencia del político de turno, una inquietante falta de sintonía institucional y una penosa herencia recibida por los actuales responsables municipales. Qué envidia da ver la piña institucional el otro día en torno a la Bienal de Sevilla. 

 

Con semejante panorama no es de extrañar que algunas de las consecuencias directas lleguen en forma de frías estadísticas, como la del paro, que esta primera semana de febrero dibujaron un escenario de crecimiento del desempleo. Ocho de cada diez nuevos parados de la provincia en enero eran jerezanos. Esta es la cruda realidad de una ciudad con la actividad administrativa paralizada ante el miedo de funcionarios y políticos a firmar un papel y que ve cómo, después de las fiestas navideñas se cierne el fantasma de cierre en muchos comercios del casco urbano. Tan sólo la hostelería parece tirar, insuficientemente, de un carro demasiado pesado.

 

No debe sorprendernos que, por tanto, se hable de Jerez en el cine por una gran película, Techo y comida, que refleja el drama de la pobreza y la marginación, rodada en esta ciudad con acento propio. Independientemente de los merecidos reconocimientos que ha obtenido la cinta de Juan Miguel del Castillo, no cabe duda de que es un fiel retrato de la realidad que invita a la reflexión sobre lo que hemos acabado construyendo (o destruyendo) entre todos, por acción u omisión, en tiempos de mala gestión política, recortes y corrupción. Se habla y mucho de Jerez por estos asuntos negativos a pesar de todo lo bueno que existe en una ciudad que ha estado demasiados años en una inercia que nos ha llevado a la deriva. Lo que nunca debemos olvidar es que detrás de todos estos análisis y sus consecuencias siempre hay personas.

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