¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Todo el poder para Sánchez

En la apoteosis del peloteo a la 'plebe', Sánchez dijo que la militancia socialista es la "vanguardia de la sociedad"

Poco ha tardado Pedro Sánchez en consumar una venganza que seguro ya empezó a mascullar mientras conducía por carreteras secundarias, entre naves industriales y night-clubs, durante aquella travesía del desierto que lo devolvió a la añorada Secretaría General del PSOE. El reglamento que aprobó el Comité Federal el pasado sábado -con la llamativa y medrosa ausencia de los barones de Andalucía, Valencia, Baleares y Asturias- tiene más de daga que de documento político y es imposible su lectura (en la web del partido está a disposición de todos) sin que nuestra mente, siempre propensa a la moviola histórica, se pueble de las imágenes tragicómicas de aquellos días de septiembre-octubre de 2016, cuando se consumó el Putsch de Ferraz. Ya saben: el "yo soy ahora la única autoridad federal del PSOE…" de Verónica Pérez, etcétera.

A estas alturas, ya sabrán que, básicamente, el nuevo reglamento aumenta los poderes del secretario general y de las bases socialistas frente a los órganos de representación del PSOE, que son precisamente donde se encuentran las voces más críticas. En definitiva, lo que busca Sánchez, es impedir que pueda volver a producirse aquel golpe que lo mandó transitoriamente al paro y desbloqueó en el último minuto la investidura de Mariano Rajoy.

Pero más allá de la clave interna, es inevitable observar una cierta e inquietante coherencia entre la aprobación de este documento y el progresivo desplazamiento del PSOE hacia el populismo-rojo. Es la vieja trampa de oponer la bondad del binomio líder-pueblo a la maldad de las instituciones, la pureza de la democracia directa y aclamatoria a la turbidez intelectual de los órganos de debate y reflexión. Pedro Sánchez quiere la intimidad con la militancia no porque busque una democracia más prístina, sino porque es consciente de que la base socialista -acrítica y emotiva, como suelen ser todas las bases- siempre estará más dispuesta a tragarse sus eslóganes vacíos que los foros en los que la crítica y el cuestionamiento son una labor cotidiana. En la apoteosis del peloteo a la plebe, Pedro Sánchez dijo que la militancia socialista es la "vanguardia de la sociedad", frase de añejo sabor bolchevique que evidencia el izquierdismo vacuo, como de selfie, de un político que es pura epidermis.

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