¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La semana, mal

Del himno de Marta Sánchez a la muerte de Forges. En medio, el tal Valtonyc y el 'fake art' de Sierra. Otra mala semana

La semana laboral empezó con el neofolclorismo de Marta Sánchez y finaliza con la muerte de Antonio Fraguas Forges. Como entremeses, hemos asistido a la ratificación de una condena de tres años y medio de cárcel por los ladridos ripiosos del rapero Valtonyc y a la absurda censura del fake art de Santiago Sierra. No son buenos tiempos para el arte. Ni para nada.

Del himno de Marta Sánchez hay poco que decir. Puede considerarse una mezcla de desahogo de pantera patriótica herida y de oportunismo comercial para una cantante que, evidentemente, ya no vive los buenos viejos tiempos. Aprovechando los trinos rojigualdas de la artista, vuelven a surgir las voces que reclaman una letra que acompañe los excesos etílicos de los hinchas de la Selección. Sería un inmenso error. En un país tan propenso a los excesos y gritos, lo que habría que hacer es acentuar los aspectos más deciochescos y refinados de nuestro himno -antigua marcha de granaderos-, y tocarlo con peluca blanca y pífano, evitar a toda costa el pathos futbolero.

Respecto a las provocaciones del rapero no hay nada nuevo en el horizonte. Ya durante nuestra mocedad, los jovencitos de las clases medias y altas de toda España que querían darse un aire de duros y matachines torturaban al resto de la humanidad con sus camisetas y casetes de La Polla Records o Kortatu, exponentes de esa bazofia musical conocida como rock radical vasco. Ahora, tras conculcar la dura lex por sus repetidas apologías del terrorismo, el tal Valtonyc tendrá que ir a la trena. Quizás excesivo, pero no seremos nosotros los que derramemos una sola lágrima. Las ochocientas víctimas de ETA, tampoco.

Mucho más rechazable es la incomprensible y sobreactuada censura de Ifema a la obra de Santiago Sierra que apunta a la existencia de presos políticos catalanes. Evidentemente, estamos ante una falsedad fácilmente desmontable y ridiculizable, que responde más al arte-ficción que al arte-político, como le gusta presumir al autor amordazado. Los independentistas, hábiles de reflejos, ya han lanzado la consigna al espacio digital: España=Turquía. Esta vez, por desgracia, tienen razón. Faltó el mejor espíritu de Tabarnia y sobró el peor humor de Génova.

Acabamos con la muerte de Fraguas. Mal asunto. La derecha tuvo su Mingote y la izquierda su Forges, pero ambos fueron queridos y leídos por todos los hombres de buena voluntad. La historia cultural y periodística del país en los últimos cincuenta años no se puede comprender sin él, sin sus conchas y marianos, sus viejas y náufragos, sus plutócratas y pijos; sobre todo, sin su tierna comprensión del homo hispánico. DEP.

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