Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

No sólo sudistas

El líder de estos mastuerzos nació en Nueva York y se le presupondría nordista. Ahora ocupa la Casa Blanca

Algunos héroes de la infancia y la adolescencia nos los ponen en el bando equivocado. Eso pensamos en un primer momento. Pero se trata de una apreciación espontánea, producto de la bisoñez, la urgencia y el ímpetu de esos años. Y desde luego, resultado de la propaganda: ya saben, la historia la escriben los vencedores. Eso nos empuja a creer saberlo todo -y sin embargo, qué enorme es el desconocimiento- acerca de unos hombres con los que, a nuestro pesar y casi en secreto, nos sentimos identificados. A simple vista, son sólo los protagonistas de una aventura, una historia -en algún caso probablemente épica- con principio y fin. Hacen lo que tienen que hacer. Y sí, nos gustaría que lo hubieran hecho desde el otro lado.

Johnnie Gray, en El maquinista de La General, Ethan Edwards en Centauros del desierto y Bill Wilson en El fuera de la ley pelean en las filas del ejército sudista en la Guerra de Secesión de Estados Unidos (1861-1865). Los tres tienen sobradas razones para hacerlo, y ninguna de ellas tiene que ver con banderas ni patriotismo. Es algo mucho más humano: se trata de amor y/o venganza, por ejemplo.

Ahora, después de más de 150 años de aquellas historias, en ese país unos mastuerzos (*) siguen reivindicando la supremacía blanca, exhiben orgullo sureño y esgrimen símbolos nazis -sin neo- a los pies de la estatua ecuestre de un general de la Confederación. En su delirio de fanáticos el asesinato es para bastantes de ellos la opción preferida para poner en su sitio a cualquiera de los otros: negros, indios, judíos, hispanos y por supuesto sus defensores, esos radicales de izquierda, toda esa caterva que, vociferan antorcha en mano, les está robando su tierra... aunque cuando sus antepasados llegaron no la encontraron deshabitada, más bien se instalaron ellos forzando el despoblamiento ajeno. Y hasta capaces serán estos cabestros de decir que alguna que otra de las mejores películas de la historia del cine -estrellas incluidas, ultraconservadoras algunas de ellas- les otorga la razón y avala sus fechorías, cuando esos héroes, si son auténticos, muestran que son sólo eso: un hombre.

(*) El líder de estos mastuerzos -que nació en Nueva York y por tanto se le presupondría nordista, para que vean que no tiene nada que ver- y sus ideólogos ocupan ahora la Casa Blanca. Y desde ella exportan al resto del mundo la teoría y práctica de sus ideas. Aquí hay algunos que las quieren para aplicarlas.Y para eso, tan "demócratas", piden el voto en las elecciones.

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