La sombra de la incoherencia es alargada. Porque no solo es que haya malos rollos fuera de nuestras fronteras, sino que la coherencia brilla por su ausencia también aquí. En Cataluña, en el país valenciano y en Galapagar. Pero claro se puede pedir ser congruente a algunos, pero tampoco es justo que solo a los morados. No sólo a ellos, sino a todos los demás colores del espectro porque vaya banda de desvaríos que estamos conociendo en las tierras donde nada más hay españoles parece ser. Lo de la coherencia es cuestión de dignidad. No de otra forma se explica tantas y tantas barrabasadas. En el mes de las flores por excelencia, una buena sombra de ciprés está muy cara, y sobre todo en ella no caben todos. Después de la resaca de la feria, el cansancio de la vuelta de la romería del Rocío, y antes del Corpus, no sabemos lo que queda de muchos de nosotros, pero lo que sí se puede afirmar es que Jerez entra en incongruencia. Demasiada actividad primaveral que se va diluyendo hacia el letargo. Por aquí no aparecen compras de chalets ni blanqueos ni corruptelas, aunque haberlas las habrá aunque no las conozcamos por ahora. Todo se traduce en la desidia más absoluta a modo de un precoma inducido hasta después del verano que se va acompasando conforme llegan los calores conformando ya la ciudad fantasma que acaba siendo todos los años por esta época. Aunque las mañanas laborales sigan con vidilla, sobre todo es en fines de semana cuando la ciudad deja de tener vida, para pasar a ser un plató de película de terror de serie B norteamericana. Solo faltaría el viento huracanado, la bola de hierbas secas rodante y los cadáveres disecados. La incoherencia de la ciudad del vino y del caballo sin cultura de bodegas, ni de caballos que no sean rocieros. La de la falta de proyectos coherentes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios